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Viaje a Itaca

Máster

Paso a paso

Durante casi un mes he trabajado con varios compañeros del Máster de Periodismo en un reportaje de vídeo sobre el atleta zaragozano Carlos García. Este es el resultado.

Podría haber sido peor.

Café y humo

El pasado mes de enero los alumnos del IV Máster de Heraldo de Aragón se dividieron en dos grupos y grabaron un programa de radio de una hora de duración.

Un grupo creó un magacín lllamado Caleidoscopio. El grupo al que yo pertenecía llamó a su programa Café y humo. Los integrantes de este segudo grupo eran: Adriana Arpa, Alberto Rillo, Jéssica Gómez, Laura Carazo, Lili Vidal, Néstor Tazueco y un servidor.

 

Aquí están colgadas las diferentes secciones:

Éxtasis

Hable con ella es la mejor película de Pedro Almodóvar. Con ella entró en los corazones de muchos espectadores no muy almodovarianos y ganó el Oscar al mejor guión original.

El resumen y comentarios, en palabras de Pedro:

El telón de rosas color salmón y grandes flecos dorados que cubre el escenario, se abre para ver un espectáculo de Pina Bausch, Cafe Müller. Entre los espectadores, dos hombres están sentados juntos por casualidad, no se conocen. Son Benigno (Javier Cámara), un joven enfermero, y Marco (Darío Grandinetti), un escritor de cuarenta y pocos años. La pieza provoca tal emoción que Marco rompe a llorar. Benigno puede ver el brillo de las lágrimas de su casual compañero, en la oscuridad del patio de butacas. Le gustaría decirle que a él también le emociona el espectáculo, pero no se atreve.

Meses más tarde, los dos hombres vuelven a encontrarse en la Clínica "El Bosque", una clínica privada donde Benigno trabaja. Lydia (Rosario Flores), la novia de Marco, torera de profesión, ha sufrido una cogida y está en coma. Benigno justamente se ocupa del cuidado de otra mujer en coma, Alicia (Leonor Watling), una joven estudiante de ballet.

Cuando Marco pasa junto a la puerta de la habitación de Alicia, Benigno no duda en abordarlo... Es el inicio de una intensa amistad... tan lineal como una montaña rusa. Durante el tiempo suspendido entre las paredes de la clínica, la vida de los cuatro personajes fluye en todas las direcciones, pasado, presente y futuro, arrastrando a los cuatro a un destino insospechado.

 

Hable con ella es una historia sobre la amistad de dos hombres, sobre la soledad, y la larga convalecencia de las heridas provocadas por la pasión. Es también una película sobre la incomunicación de las parejas, y sobre la comunicación. Sobre el cine como tema de conversación. Sobre cómo los monólogos ante una persona silente pueden ser una forma eficaz de diálogo. Del silencio como "elocuencia del cuerpo", del cine como vehículo ideal en las relaciones de las personas, de cómo el cine contado en palabras detiene el tiempo y se instala en las vidas de quien lo cuenta y del que lo escucha.

Hable con ella es una película sobre la alegría de narrar y sobre la palabra como arma para huir de la soledad, la enfermedad, la muerte y la locura. También es una película sobre la locura, ese tipo de locura tan cercana a la ternura y al sentido común que no se diferencia de la normalidad.

Benigno

La vida de Benigno transcurre alrededor de una cama, dentro de la cama siempre hubo una mujer. Primero fue su madre, después Alicia. Su madre se instaló en la cama (y no volvió a salir de ella) cuando todavía no estaba enferma, fue su modo de celebrar que había cumplido 40 años, su marido acababa de abandonarla y el espejo de la mañana empezó a insinuar que su belleza, hasta ese momento eterna, mostraba los primeros síntomas de su naturaleza efímera.

Benigno estaba pendiente de ella día y noche, y para aprender a cuidarla mejor, estudió para enfermero. Sólo estaba fuera de casa cuando salía a dar clase.

Antes de morir le preguntó a su hijo, (Benigno era ya un hombrecito de veinticinco años que no había conocido hembra ni varón): ¿Qué vas a hacer cuando me muera, Benigno? Suicidarme, supongo, le contestó él, con naturalidad. Si su madre no estaba, su vida carecía de objeto.

Marco

Marco es el "hombre que llora", un argentino sentimental y misterioso, enfermo de nostalgia, viajero y periodista vagabundo, escritor de guías turísticas.

En la década de los 90 conoce a Angela, todavía una menor, por la que siente una pasión instantánea. Al poco tiempo descubre que la joven tiene problemas con el caballo. Poco después se instalan en un infierno de agresiones y mentiras.

La vida en Madrid es insoportable y empiezan a viajar para separar a Angela de las drogas y de Madrid. Su relación sólo funciona en la huida. Después de cinco años y siete guías turísticas, Marco deposita a Angela en casa de sus padres, en su pueblo natal. Con el tiempo los padres consiguen separarla de Marco y de las drogas.

Cuando conoce a Lydia ella acaba de romper con un amor que aún palpita con fuerza en su corazón. Ninguno de los dos conoce el secreto del otro, sin embargo el misterio les acerca, como a seres de la misma especie. Marco recupera el placer de viajar. Acompaña a Lydia en coche a todos los lugares donde torea.

Lydia

El padre de Lydia fue banderillero, pero soñaba con ser torero; educó a su hija como si fuera un hombre para que lograra lo que él no pudo lograr. La niña heredó sus mismas ansias. Pero el mundo del toro es muy machista. Después de morir su padre, su único y gran apoyo, Lydia tuvo que enfrentarse sola a prejuicios y desprecios entre los toreros profesionales.

Muchos se negaron a torear con ella, por el mero hecho de ser mujer, fue entonces cuando el matador llamado "Niño de Valencia" se ofreció no sólo a compartir cartel con ella sino a acompañarla después donde hiciera falta. Se enamoraron. Esta circunstancia más "rosa" que taurina mantuvo a Lydia en el candelero y pudo torear con regularidad.

La pareja aparecía semanalmente en todas las revistas del corazón. El Niño estaba encantado, pero a ella se le revolvían las tripas. No le gustaba conseguir la fama por ese camino, y tampoco era el tipo de vida que deseaba vivir con el hombre al que amaba. Acabaron rompiendo, Lydia aún le quería, pero en ese momento su despecho era mayor, o al menos así lo creía.

En un arranque suicida y ante la falta de oportunidades para torear, Lydia decidió encerrarse con seis toros, ella sola... Pero esa tarde, rebozada en tierra y sangre (sangre del toro) Lydia triunfó. Entre los espectadores estaba Marco...

Alicia

Sé poco de Alicia. Sólo lo que se ve en la película. A veces el guionista conoce el pasado de los personajes y su futuro, más allá del final de la película. En este caso tengo la misma información que el espectador. La auténtica película de Alicia empieza al final, en el teatro, cuando encuentra a Marco emocionado por los suspiros de "Masurca Fogo".
Tal vez en otro momento, cuente la historia de ellos dos, Marco y Alicia, pero antes tendría que escribirla.

 

Situada cronológicamente tras su apoteosis internacional y planetario, Hable con ella era esperada con proverbial maledicencia -en España esto se nos da pero que muy bien- como la película que haría caer el mito, el punto y aparte tras su éxtasis.

Pero ocurrió que el coloso no se vino abajo. Antes al contrario: Hable con ella fue el aldabonazo definitivo, mucho más allá de premios, distinciones y tacañerías varias. Después de tocar el techo, Pedro Almodóvar rodó su mejor película hasta la fecha.

 

 

Javier Cámara es un enfermero prisionero de su dedicación, mártir vocacional, alma sensible y algo reprimida, voyeur de vidas ajenas que renunció tiempo atrás a vivir la propia. Misionero sin nadie a quién alfabetizar, vaga cargado de ambigüedad por las dependencias de un hospital impoluto, aséptico lugar donde aparcar a los no vivos hasta que dejen de alterar el electroencefalograma.

El bonachón e introvertido Benigno cometerá uno de los delitos más detestables que imaginarse pueda (violar a una mujer inerme), transformando con todo este acto atroz en un sublime sacrificio de amor; entrega compleja, recriminable, alocada, tan ingenua como punible. ¿Cómo se las apaña Almodóvar para que la partida de Gollums que pueblan sus films nos acaben resultando entrañables, dignos de conmiseración? Nadie lo sabe. Para este caso en concreto, resumía su quehacer con lacónicas palabras: «mezclo algunos hechos sacados de crónicas periodísticas con el recuerdo personal de un gran amor».

¿Qué puede ver una torera en el periodista argentino incorporado por Darío Grandinetti? Algo nos dice que esa relación no prosperaría de ninguna de las maneras, como la de Benigno con Alicia. (En el mundo de ahí fuera, quiero decir, a mil millas de la ficción cinematográfica). Amores imposibles donde, para variar, son los hombres los que aguardan en vano.

En los últimos films de nuestro director más clásico se multiplican los personajes y sus formas surrealistas de interrelación; sin llegar nunca a ser corales, el baile de media docena de personajes disputándose amores y recuerdos termina, tras carambolas a tres bandas, en empates o tablas, sin ningún claro vencedor.

Y como le ocurre a Benigno, el trayecto resulta estéril. Aquello que se ama queda inmediatamente destruido una vez que se posee. Bien porque esta acción no sea comprendida por una sociedad ajena a los matices o porque la efímera belleza quede aplastada, marchitada, deshojada tras el apretujón de la pasión. «Las leyes condenan al que ama». El enfermero ya tiene sus dos alas y abandona este mundo de una honrosa sobredosis, purificador chute con el que esperaba reunirse con Alicia, compartir catatonia, inconsciencia... paz.

Almodóvar es -como Tim Burton- un protector de especies en vías de extinción, un naturalista aficionada a coleccionar las flores del mal.

All about Pedro

Todo sobre mi madre es la película que lanzó definitivamente a Almodóvar al estrellato internacional. La película obtuvo, entre otros, el Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa, el Premio al mejor director en el Festival de Cannes y el Cesar francés a la Mejor Película Extranjera. En España fue galardonada con el  Goya a la Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actriz Protagonista.

 

Cuenta la historia de Manuela una enfermera de la Organización Nacional de Transplantes. Su hijo Esteban (Eloy Azorín), escribe un guión llamado "Todo sobre mi madre", en el que refleja su inquietud por su padre, al que cree muerto. El día del su cumpleaños madre  hijo van a ver una obra de teatro y al terminar la obra, él va en busca de un autógrafo de la actriz; en el intento es atropellado y muere. Manuela parte hacia Barcelona en busca del padre para hablarle de su hijo. Pero la búsqueda no será fácil y mientras lo busca, Manuela se reencuentra con Agrado (Antonia San Juan) una travestí que se prostituye. hace marketing de su cuerpo para venderse como mercancía en el campo. Cocerá a la hermana Rosa (Penélope Cruz), una monja embarazada de Lola (Toni Cantó), el padre de Esteba, ahora transformado en mujer y enfermo de sida. Y trabajará para Huma Rojo (Marisa Paredes) actriz que se obsesiona con una relación de amor-odio con su compañera de teatro Nina Cruz (Candela Peña), adicta a la heroína.

De nuevo, Almodóvar tiene la palabra.

SABER FINGIR

Después del rodaje de "La flor..." tomé algunas notas sobre el personaje de Manuela, la enfermera que aparece al principio. Una mujer normal, que en las simulaciones se convertía en auténtica actriz, mucho mejor que los médicos con los que compartía la escena.

Mi idea al principio fue hacer una película sobre la capacidad de actuar de determinadas personas que no son actores.

 

ACTRICES Y MUJERES.

El título "Todo sobre mi madre" viene de Eva al desnudo (All about Eve, Mankiewicz); entre otros temas, el film de Mankiewicz trata de mujeres y actrices. Mujeres que se confiesan y se mienten en el camerino de un teatro, convertido en sancta santorum del universo femenino.

No sólo son el tema de "Todo sobre mi madre", sino que la película también va dedicada a ellas. Especialmente a las actrices que en algún momento han hecho de actrices.

Siempre me han interesado las películas que reflejan el mundo del cine. No me refiero a las que hablan del lenguaje, sino a las que cuentan historias de actores, directores, escritores, productores, estilistas, maquilladores, figurantes, imitadores de estrellas, etc. Películas cuyo argumento es el propio cine, y las personas que lo hacen, su magnificencia y su sordidez. De ese género inexistente, y que participa de todos los géneros, me atrae especialmente el protagonizado por actrices. En la dedicatoria final, nombro a tres de las que más emoción me han deparado: la Gena Rowland de Opening Night, la Bette Davis de Eva al desnudo y la Romy Schneider de Lo importante es amar. El espíritu de las tres impregna de humo, alcohol, desesperación, locura, deseo, desvalimiento, frustración, soledad, vitalidad y comprensión a los personajes de "Todo sobre mi madre".

EL MONÓLOGO DE "LA AGRADO"

El monólogo está basado en la palabra. Es más propio del teatro, por cuestión de edad, supongo; el teatro es más viejo que el cine. Y es un arma rotunda, contundente, pero arriesgada porque no admite mentiras.

El monólogo de Agrado no está dicho en primer plano, o no todo el tiempo, pero sí en primera persona, ¡y hasta qué punto!

Agrado termina con una sentencia esencial: "Me ha costado mucho ser auténtica. Pero no hay que ser tacaña con todo lo relacionado con nuestro aspecto. Porque una mujer es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma".

El teatro se viene abajo. Agrado lo ha conquistado.

 

MANUELA FUGITIVA

Manuela huye. Huye siempre en tren, atravesando túneles interminables. Primero huye de Barcelona a Madrid. Dieciocho años después, huye de Madrid a Barcelona. Y pocos meses más tarde, de nuevo hace el trayecto Barcelona-Madrid, huyendo.

Todas sus huidas están marcadas por algún tipo de Esteban. En la primera huida llevaba a Esteban-hijo dentro de sí, en sus entrañas. Manuela huía del padre, que también se llamaba Esteban, (Esteban-Padre) aunque hacía tiempo que nadie le llamaba así. En la segunda huida, Esteban-Hijo la acompaña en forma de foto, y cuaderno de notas. Murió en un accidente. En esta ocasión Manuela va vagamente en busca de Esteban-Padre, para comunicarle la muerte de su hijo. Esteban-Padre no conoce la existencia de aquel hijo, porque Manuela nunca se lo dijo. Cuando supo que estaba embarazada simplemente huyó del padre, y no ha vuelto a verle.

Se alegra de haber vuelto a Barcelona. Por el día dormita, y por la noche sale en busca de Lola. Lola podría hallarse en cualquier lugar, Nápoles, Marsella, o la Habana. Mar, vicio y manga ancha, son las cualidades que Lola le exige a una ciudad para quedarse. Barcelona las tiene todas. Podría ser cualquiera de esas tres ciudades, además de ser Barcelona. Al compás de un ritmo sonámbulo Manuela encuentra personas (La Agrado, la hermana Rosa, Huma Rojo, el hijo de la Hermana Rosa) y razones para quedarse. Después de algunos meses, encuentra también personas y razones para salir huyendo. Otra vez al tren, dirección Barcelona-Madrid, y con otro Esteban, el tercero, en los brazos, un bebé de pocos meses, al que Manuela se aferra y al que debe proteger de la hostilidad de su abuela.

CECILIA. EL REENCUENTRO.

Cecilia Roth ha madurado, se ha agigantado. Su técnica se ha destilado sin que se note. Es lo que ocurre con la perfección, que no se nota. Desaparecen las aristas, todo fluye. Y uno lo encuentra natural aunque sepa que es un milagro.
Para mí no hay mayor espectáculo que ver llorar a una mujer. A una actriz, quiero decir. Reconozco haber tenido la suerte de que me llorasen las Mejores. En "Todo sobre mi madre" Cecilia también ha tenido su dosis de lágrimas. Transparentes, torrenciales. La sacuden como vomitonas. Y cuando llegan tienen una cualidad catártica.

Manuela demuestra que Cecilia Roth está en su plenitud como actriz. Y siento algo muy extraño al decirlo. Como persona me recuerda mucho a la chica que conocí hace veinte años: ingeniosa, culta, con la misma capacidad de entusiasmo y excitación, ruidosa, inmadura y neurótica en su acepción más divertida, frágil, voluntariosa, de risa inmediata y emoción fulminante.

Cuando la veo en la película y la siento palpitar como Manuela sé que estoy ante uno de los trabajos más escalofriantes de los que he sido testigo. Y no me recuerda a la Cecilia que yo conocí en los ochenta, sino a otra.

Supongo que actuar debe ser eso.

 

Las críticas, absolutamente positivas

Todo sobre mi madre es, en efecto todo sobre Almodóvar. Guillermo Cabrera Infante, El País, Mayo 1999

[...] Almodóvar se alzó con el premio al mejor director en el Festival de Cannes este año por este conmovedor -y a veces desolador- homenaje a la maternidad y a las actrices, a los hombres que se visten como mujeres y mujeres disfrazadas que ejercen diariamente el poder gracias al arte dramático de la mentira [...] Con pequeñas excepciones, Almodóvar manipula el argumento barroco con la destreza de un mago. Todo sobre mi madre es una adoración, la historia de la reunión de una familia y recreación de la familia. La película se hace eco de la famosa sentencia de Blanche Dubois: "Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños". The New York Post, Septiembre de 1999

"El décimo tercer filme de Pedro Almodóvar es un pequeño modelo de escritura. Las situaciones más delirantes suenan a verdaderas y no se le escapan nunca, los diálogos mueven ríos de emoción sin parecer largas. Se le ha apreciado como cineasta "a la moda" a lo largo de los años, sin perder jamás el sentido del cine-espectáculo, pero se ha transformado en un clásico, como Woody Allen o Bergman. ¿Su mejor película? Al menos la mejor resuelta, la más calurosa, la más conmovedora." Le Journal du Dimache, Mayo de 1999.

Todo sobre mi madre es una película esencial. Un torrente de amor loco que se desliza bajo nuestros ojos llenos de lágrimas". Gerard Lefort, Liberation.

Cobertura del Congreso de Periodismo digital

Los pasados días 1 y 2 de marzo Huesca acogió la octava edición del Congreso de Periodismo Digital. La reunión se celebró en el céntrico Matadero y a la misma asistieron 250 periodistas. Entre los asuntos tratados destacan la influencia de Internet en el periodismo, el diseño en la prensa digital o los nuevos ciudadanos virtuales. Los ponentes fueron destacados periodistas, tanto del papel como del digital. La reunión atrajo a profesionales no sólo de España sin también de Latinoamérica o Estados Unidos.

 

La inauguración corrió a cargo del director del periódico ABC José Antonio Zarzalejos. Éste se definido a sí mismo como "inmigrante" digital, frente a los jóvenes que son "nativos digitales". Si bien confirmó la importancia que Internet tiene para el periodismo, Zarzalejos se mostró reacio hacia alguna de sus facetas. En particular se refirió de forma crítica hacia los blogs, el llamado periodismo ciudadano y la posibilidad que los lectores tienen de comentar al instante cada noticia.

 

Minutos antes Arsenio Escolar había recibido de manos del Presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, el premio Manuel Porquet de Periodismo Digital. Escolar, director del diario gratuito 20Minutos, explicó el proceso de unificación de redacciones que llevó a cabo en su periódico, la de papel y la digital, y declaró que se está "webizando el papel".

 

La primera ponencia del Congreso llevó por título "La red que cambia el oficio". Enrique Meneses y Caros Carnicero explicaron de qué forma las nuevas tecnologías y en particular Internet han modificado sus hábitos de trabajo y las consecuencias que esto tiene en la información que el ciudadano recibe. Si bien Ambos recalcaron las ventajas de la red en la elaboración de las noticias, señalaron también alguno de sus defectos. Para Meneses, la amplia disponibilidad de medios obliga a trabajar más tiempo, algo que puede perjudicar a la calidad de su labor. Según Carnicero, la falta de tiempo para la reflexión entre de la noticia y su publicación y la sobreabundancia de información también merman la calidad del periodismo.

 

Jon Le Anderson y Samatha Appleton, del New Yorker, y Thomas Dworzak, de la agencia Mágnum, ofrecieron una tertulia sobre el fotoperiodismo en la era de Internet. Mientras Anderson hacia de moderador y ocasional interprete, sus compañeros desgranaron las ventajas y desventajas de la utilización de medios digitales en el periodismo fotográfico. Debatieron sobre la ética del fotógrafo a raíz de las imágenes falseadas del Líbano este verano o de la oportunidad de grabar con un móvil la ejecución de Saddam Hussein. Asimismo, alabaron el espacio que frente al papel les ofrece Internet para exponer un mayor número de imágenes.

 

Vicenç Sanclemente, corresponsal de Televisión Española en China, aseguró que la llegada de Internet ha cambiado el trabajo del periodista en el país. Si años atrás encontrar y difundir la información requería grandes esfuerzos, la red facilita el proceso. Aunque, señaló, el modelo sigue siendo soviético: apenas hay imágenes y el Gobierno no confirma ninguna noticia. El corresponsal de EFE en Pekín, Antonio Broto, premio Blasillo de Aragón, cerró la ponencia "China, al otro lado de la cibermuralla". Broto habló de la dificultad de acceder a las fuetes y del recelo que los ciudadanos muestran hacia los periodistas extranjeros, así como de censura gubernamental. Internet, destacó, ha abierto una importante vía de comunicación entre los propios chinos. Destacó sobre todo la gran importancia de los blogs.

 

La información sobre salud fue cubierta en la ponencia de Carlos Martínez, redactor de El Mundo-salud, Miguel Ángel Madrid, del Diario Médico, y Óscar Jiménez, responsable de Jano Online. En ella se destacó el amplio espacio que la red permite dedicar al tema, espacio que un diario no puede permitirse, y se abogó por una correcta utilización de la información por parte de los usuarios.

 

Juan Varela, responsable del blog periodistas21, fue el moderador de la ponencia "Ciudadanía 3.0. Identidad de dominio público". Antonio Pascual Moreno y Laura Díaz disertaron sobre Second Life y sus múltiples posibilidades. En este mundo virtual, el ciudadano puede crearse una nueva identidad. Es posible, destacaron, comprar, vender y hacerse rico, así como arruinarse. La ponencia estuvo animada por los numerosos comentarios del chat en el que el público mantuvo una conversación paralela en la que surgieron que después los ponentes respondieron.

 

La Expo Zaragoza 2008 tuvo su lugar en el Congreso. Antonio Silva de Pablos, director de Comunicación de Expo Zaragoza 2008, y Juan Luis Sánchez, responsable del blog, explicaron las estrategias tomadas para dar a conocer el evento. Señalaron que esta es la primera vez que la comunicación digital se utiliza para promocionar un evento de este tipo también el blog es novedad en este aspecto, recalcó su responsable. Silva señaló que, la página web de la Expo ofrece información sobre múltiples facetas de la exposición, así como una recopilación de noticias de diversos medios de comunicación. Para Juan Luis Sánchez, el blog tiene un papel fundamental: el ser la voz humana y directa a los ciudadanos. Además, consideró que es una buena herramienta para crear un diálogo sobre la muestra a través de la blogosfera aragonesa.

 

"El diseño en la prensa digital" fue el último tema de la mañana. Quim Cardona, del grupo audiovisual Lavinia, Antonio Pasagali, director de arte del grupo Prisacom, y  Txuma Campo, responsable del diseño de Marca.com, expusieron sus teorías en torno al diseño en Internet. Para el primero, la tecnología limita las posibilidades del diseño. El papel, explicó, lo aguanta todo, pero Internet no. Cardona centró su interés en la portada, que, según dijo, "es lo que la gente ve". Pasagali relató el proceso de evolución de las webs que mantiene prisacom, entre las que destaca elpais.com, ser.es o cuatro.com. En todas, explicó, se intenta que prime el color, las fotografías y los vídeos y audios sobre el papel. Txuma Campos se centró en la creación de un equipo de diseño de páginas webs dentro de un medio de comunicación. En el debate entre un equipo formado por especialistas o personas multidisciplinares, Campos dijo preferir diseñadores multidisciplinares en los conocimientos y especializados en las funciones. Todos, recalcó, deben ser periodistas.

 

Javier Rodríguez Laiz, director de la edición digital de la revista Hola, inauguró la ponencia sobre "Internet: El nuevo papel de las revistas". Rodríguez defendió la complementación entre las ediciones digitales y las de papel. Aunque aseguró que éstas últimas no van a desaparecer, defendió las ediciones digitales, pues, sentenció, mientras que el papel es limitado, Internet no.  Además, detalló los éxitos de hola.com, en sus palabras "un portal líder en su sector". La segunda intervención corrió a cargo del periodista José Cervera, blogger de 20minutos.es. Su mensaje central fue que hay que arrevistarse. La clave no está en la rapidez, dijo, sino en la calidad y profundidad de la información. Según Cervera el futuro se encuentra en pequeñas revistas muy especializadas. Juan Caño, vicepresidente de Hachette Filipacchi, aseguró que las revistas no van a desaparecer y que lo que hay que aprender es a saber conjugar. En su discurso se mostró preocupado por el hecho de que Internet no esté dominado por periodistas.

 

Raúl Guitián, director de comunicaciones de SPD Place, inició la última ponencia del congreso, titulada "Internet para pantallas pequeñas". Guitián, creador de las ediciones de bolsillo de El Pais.com para PDA y PSP, resaltó la necesidad de crea contenidos específicos para terminales móviles, diferenciados de la prensa de papel y los medios online. Según Guitián, el usuario móvil es un usuario "on the go", y tiene unas características peculiares. Por ello hay de cambiarse los contenidos y los modos de transmitir la información.

 

Fernando González Urbaneja, presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa, cerró el VIII Congreso de Periodismo Digital. El presidente de la FAPE comparó la simplificación, concreción, clarificación y unificación que los diseñadores buscan con el objetivo final de los periodistas. Aseguró también que no hay que reinventar lo obvio, refiriéndose al periodismo ciudadano. Y destacó que todos los medios han estado siempre en proceso de extinción, y no han sucumbido. El peligro, señaló, proviene de la pérdida de credibilidad y la falta de respeto entre los propios periodistas.

Amor fou

Tras el éxito de La flor de mi secreto, Almodóvar estaba obligado a mantener alto el listón. El director no falla y se supera en su siguiente película, en la que se adentra en una temática más dura, sin ninguna concesión a sus antiguas tramas o personajes. Almodóvar se vuelve serio, quizá para siempre.

 

Una noche fatal Víctor (Liberto Rabal), un chico sin fortuna, acude a buscar a Elena (Francesca Neri) a su piso después de haberla conocido en un encuentro sexual fortuito. Allí coincide con dos policías armados: Sancho (José Sancho), un alcohólico violento que sospecha que su mujer (Ángela Molina) le es infiel, y David (Javier Bardem), que prefiere seguir las reglas. Se produce un malentendido, suenan un par de disparos y David cae al suelo, quedando inválido para siempre.

Años después Víctor sale de prisión, mientras que el policía herido es un parapléjico que triunfa en los Juegos Paraolímpicos de Barcelona 92 y que se ha casado con Elena. A la salida de la cárcel, Víctor se encuentra con Elena y David en un funeral. Todavía obsesionado con Elena, insiste en acercarse a ella, desencadenando un enredo pasional en el que se mezclan el amor, los celos y la violencia.

 

Carne trémula podría haber sido uno de los films menos almodovarianos del director. El guión está inspirado en una novela de Ruth Rendell, adaptación única de Almodóvar en toda su filmografía, caracterizada evidentemente por el uso indiscriminado de vivencias e intereses propios que el realizador aboca en sus guiones. Almodóvar extrae de la novela de la escritora británica el jugo y, sobre todo, una estructura sólida en la que mantener en pie su alambicada historia. Almodóvar masticó la novela hasta digerirla y hacerla suya. En las manos de Almodóvar, el libro se convierte en una mera inspiración para el director. Los personajes episódicos están, en Carne trémula, mucho más amarrados, ciñéndose a aquello que se nos cuenta. El guión se convierte así en uno de los más sólidos de su filmografía.

También por primera vez en su obra, Pedro Almodóvar incorpora a la historia alguna referencia sociopolítica. Carne trémula comienza con el nacimiento de Víctor en un autobús durante un estado de excepción en la España franquista de los años setenta, mostrando la represión de la época al contrastar esta escena con la que cierra el film veinte años después. Policías corruptos, violencia de género, contraste económico... añaden hondura al entramado social del film.

Resulta difícil buscar peros a la película. Todos los elementos del film brillan a gran altura: su guión, sus diálogos, las situaciones que viven los personajes, las imágenes, los movimientos de cámara, la fluidez narrativa, su estructura, la bellísima música de Alberto Iglesias, la labor excelente de los actores... todo el conjunto forma un relato cinematográfico fascinante. Las manos ensangrentadas y entrelazadas de José Sancho y Ángela Molina; la brillante escena en la que Francesca Neri y Javier Bardem se miran por primera vez, subrayada por un hermosísimo movimiento de cámara circular; son muestras claras del talento visual del director, atrás quedaban aquellos films de la movida madrileña de puesta en escena desaliñada.

Carne trémula es una película hermosa y enormemente rica que nos habla de falsas redenciones y de un romanticismo y una pasión amorosa muy cercanos al amour fou. Víctor ama apasionadamente a Elena; Sancho es arrastrado por el amor y los celos en la relación con su esposa Clara; David lleva una cruz en forma de silla de ruedas en su pasión por Elena; y las dos mujeres, Elena y Clara, son el silencioso motor de los entresijos de la trama, objetos del deseo y diosas del amor.

 

Como siempre, es bueno conocer a los personajes por boca de Almodóvar:

Elena es hija única de un diplomático italiano viudo, una de esas "pobres niñas ricas", de infancia nómada y consentida. Al final de los 80, Elena tonteaba con el abismo, el caos y las drogas duras. Una de esas interminables noches madrileñas, en el lavabo de un afterhour tuvo un encontronazo erótico con el adolescente Víctor. Cuando éste la llama por teléfono, una semana después, ella ni siquiera le recuerda. No le da opción a enrollarse porque la chica está esperando a un dealer. Víctor se queda frente a la puerta de la casa de Elena, frustrado, humillado, solo y rebotado.

David y Sancho son dos policías vestidos de paisano que patrullan el centro de la ciudad. El primero es un joven todavía por hacer (de haber tenido la oportunidad se habría convertido en un buen policía), el segundo le dobla en edad y en desesperación. Es un personaje típico de film-noir. Sancho bebe como un cosaco, desprecia y sospecha de todo bicho viviente. Según le confiesa a David, su mujer, Clara, se "entiende" con alguien. Es obcecado, ciego, intoxicado, esclavo de la pasión como esos hombres mayores y gordos capaces de matar como único modo de liberación. Sancho, armado, supone un peligro en sí mismo, una auténtica arma letal. David, su compañero, lo sabe e intenta llevarle la corriente mientras pasean su tensión por las calles animadas y pacíficas de un Madrid noctámbulo.

Clara es una hermosa mujer que merodea la cuarentena rodeada de plantas, flores y temores. En su juventud fue bailaora de flamenco. Del flamenco conserva esa mirada ancestral de mujer trágica y eterna. Imprevista y pasional. Maternal y fatal. En su momento debió amar intensamente a Sancho, pero de eso hace tiempo. Cuando él la llama desde el coche-patrulla (la aciaga noche del 90), Clara le responde con monosílabos. Tiene un ojo morado; antes de salir Sancho la golpeó. Ya en el 90 la relación con su marido atravesaba por un grave proceso de deterioro. Cuando Víctor sale de la cárcel, el proceso es el mismo, pero seis años más deteriorado. La fragilidad de Clara la hace inmune al dolor, se ha convertido en un ser sin voluntad, una sombra de sí misma que recupera su cuerpo cuando encuentra a Víctor en el cementerio, dos días después de salir de la cárcel

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Las críticas, de nuevo, fueron muy positivas:

"Sería estimulante que en los títulos de crédito de Carne trémula no apareciera el nombre de su creador (...). Si ocurriera ese imposible milagro, estoy convencido de que la inmensa mayoría de los espectadores reconocerían su fuerza, su belleza, su complejidad, su dureza, su veracidad, su sabiduría sobre las tortuosas o diáfanas relaciones humanas, sobre el sexo, el amor, el desamor, la pasión, la amistad, los celos, la vida y la muerte. Nos está hablando un fulano maduro y admirable que ya no necesita disfraces prestigiosos ni frivolidad gratuita, un auténtico narrador, un artista que ha fortificado su lenguaje depurándolo de superficialidad vendible. Carne trémula tiene factura de gran cine." Carlos Boyero, El Mundo, 1997.

"Es una película que roza lo insuperable, que hace coincidir lo que finalmente nos da con lo que a lo largo de su apasionante desarrollo nos promete, que es muchísimo. A esto se le llama en cine rozar la perfección y embarcarnos (con ese mágico roce) en una aventura visual de las más elegantes y mejor construidas que este cronista (que ve medio millar de películas al año) ha visto en décadas." Ángel Fernández Santos, El País, 1997.

"En Almodóvar la obra se va haciendo, va devorándose sus propias afirmaciones artísticas; en su filmografía no hay más continuidad que la de las rupturas. O lo que es igual: Almodóvar aligera el equipaje para así poder llevar más peso (...) Su más reciente creación parece venir a decirnos que hoy la modernidad consiste en el retorno a lo clásico. Así, entonces, asistimos a una transformación que puede ser progresiva, pero seguramente será definitiva." Rolling Stone, 1998.

Ave Fénix

En un principio debía llamarse ¿Existe alguna posibilidad, por pequeña que sea, de salvar lo nuestro? También pasó por la cabeza de Pedro Almodóvar llamar a su nuevo filme Como vaca sin cencerro. Pero el título que al final eligió para la película que debía redimirle del fracaso de Kika (un fracaso que aun hoy duele) fue La flor de mi secreto. Realmente, consiguió su objetivo.

 

La flor de mi secreto habla de Leo Macías (Marisa Paredes), una escritora de novela rosa que se oculta tras el seudónimo de Amanda Gris. Paco (Imanol Arias), su marido, participa en una Misión de Paz en Bosnia y le es infiel. Leo no puede vivir sin él, se encuentra perdida en todos los aspectos de su vida, incluido el literario. La relación con su madre (Chus Lampreave) y su hermana (Rossy de Palma) no es nada buena. Su amiga íntima (Carmen Elías) resultará ser una traidora. Ángel (Juan Echanove) será el encargado de salvarla de sí misma.

Si bien muchas de las películas de Almodóvar tienen alguna secreta conexión, es aquí donde más se percibe que el mundo del director es todo uno. La mejor amiga de Marisa Paredes se llama Manuela y trabaja impartiendo seminarios sobre transplantes en un hospital (es el personaje principal de la futura Todo sobre mi madre). Leo quiere escribir novelas rosas, pero  le salen negras; una de ellas cuenta la historia de una mujer que esconde el cadáver de su marido en un arcón congelador y a la que se le aparece el fantasma de su madre (Almodóvar desarrollará la anécdota en Volver)

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Para Pedro Almodóvar, La flor de mi secreto "es una película de "buenos sentimientos", sin que esto signifique la menor concesión al sentimentalismo. O sea, se trata de un drama duro. Aunque adoro el melodrama, esta vez me he decidido por la aridez y la síntesis. Hiel en vez de miel. Lágrimas que no sirven de desahogo, sino que ahogan. Dolor del bueno.

No hay personajes malvados. Todos son buenos, como en una película de Capra. Pero a pesar de su ausencia de maldad, por torpeza, indecisión o cobardía (o simplemente porque el ser humano es imperfecto) acaban causando dolor a su alrededor. Casi todos viven en la impostura, aparentando lo que en realidad no son. Sólo Leo se expresa con sinceridad. Para mentir o disimular se necesita cierta entereza y ella está demasiado débil."

Las críticas fueron formidables:

"La flor de mi secreto es la mejor película de Almodóvar hasta ahora. La más perfecta técnicamente, la mejor escrita y la más moralmente integrada, este espectador sintió siempre que estaba anta una obra mayor. Olvídense de George Cukor, de Mitchell Leisen y hasta de Claude Chabrol, que Pedro Almodóvar, ahora, es el mejor inventor de mujeres del cine: una suerte de Adán con costillas disponibles para crear varias Evas". Guillermo Cabrera Infante, El País, 1995.

"Impulsada por interpretaciones estelares y un guión cargado de inteligencia, sutileza y sorpresas, ésta es, de lejos, la mejor película de Almodóvar en años y su órbita comercial debería expandirse en consonancia. [...] Con su exuberante mezcla de tragedia, comedia y cruel paradoja, alimentada por dosis de realismo, romanticismo rural y un intrínseco sabor español, la película se desarrolla como un viejo drama de Hollywood borracho de sangría y bailando al ritmo flamenco". Variety, 1995.

La oveja negra

En la carrera de todo cineasta siempre hay una o dos películas que se erigirían en tachones, las ovejas negras de la familia, obras horrendas las cuales uno no se explica el porqué de su existencia. Almodóvar también las tiene, y en su caso, su oveja negra se llama Kika.

 

Kika (Verónica Forqué) es una maquilladora de carácter ingenuo que un día recibe un encargo muy especial: ha de maquillar a un muerto, un atractivo fotógrafo llamado Ramón (Álex Casanovas). Sin embargo, éste en realidad no está muerto y sólo sufre un ataque, por lo cual el trabajo de la maquilladora motiva que reaccione y se enamore de ella. El padrastro de Ramón, un hombre turbio y seductor (Peter Coyote), a ojos del fotógrafo es el responsable de la muerte de la madre de éste, y vive junto a ellos. El hermano de la asistenta de Kika no tardará en violar a ésta y, en consecuencia, convertirla en protagonista de un "reality show" televisivo, a cargo de una mujer cruel y resentida, Cara Cortada (Victoria Abril).

La película sorprende desde su primer visionado. Si bien es cierto que el Almodóvar de 1993 no es el mismo que ahora, también es verdad que por aquella época ya estaba más que consolidado. Kika supone un retroceso absoluto en sus intenciones y evolución. De hecho se trata de una gran incógnita el motivo de tamaña involución en un periodo en el cual su cine estaba en su máximo desarrollo.

Fallida en todos y cada uno de sus aspectos, Kika es un retorno al Almodóvar más excesivo, más gratuito y más exhibicionista, totalmente alejado del cineasta cada vez más consolidado y consciente de sus capacidades. Desmesurada en todos sus elementos, la película por encima de ello llega a resultar aburrida y tediosa creándose una distancia enorme entre el espectador y la pantalla.

 

El guión es un absurdo poblado de situaciones totalmente risibles y cuyo contenido dramático es nulo; y al terminar de ver la película te asalta la pregunta de qué demonios te estaban hablando o qué querían contarte.

En esta ocasión las críticas fueron muy duras.

"Salvo Andrea, que es viva y chispeante, los personajes son meros moldes. Los actores parecen abandonados o aprisionados y el público es dejado de su mano a ver el sombrío espectáculo de un cineasta genial derrapando." Rolling Stone, 1994

"Si Kika da su nombre a la película, es porque ella es la única con la libertad emocional para sobrevivir a todo lo que la película le arroja. En Kika, la "forma" demuestra maestría, pero el flujo de inspiración se diluye por momentos." Daily News, 1994

Rojo pasión

Tacones lejanos es un film clave para entender la trayectoria de Almodóvar, pues constituye un inesperado punto de inflexión en una filmografía, hasta entonces definida por unas constantes muy diferente. Su trayectoria anterior había estado marcada por una sociología cañí e inevitablemente caricaturesca (¿Qué he hecho yo para merecer esto?) o la exhibición de sus fantasmas personales (La ley del deseo), todo ello sustentado en el cine de género más tradicional (el cine negro en Matador, o la screwball comedy en Mujeres al borde de un ataque de nervios). Ahora se adentra en el campo cinematográfico en que más a gusto se encuentra Almodóvar: el melodrama.

Este film es, ante todo, una reescritura de buena parte de los melodramas de Douglas Sirk. Almodóvar disecciona las cualidades cinematográficas del cineasta y extrae los elementos que más se adecuan a su propia visión, reconvirtiendo el cine de Sirk a una articulación netamente contemporánea.

Tacones lejanos presenta una turbadora relación entre madre e hija que establece conexiones con la planteada por Sirk en Imitación a la vida. El triángulo compuesto por Rebeca, Becky y Manuel potencia un sinfín de problemas psicológicos en el personaje de Victoria Abril (un extraño sentimiento de amor-odio hacia la figura materna, carácter inconstante con un profundo sentimiento de culpa), que lo convierte en uno de los personajes femeninos más sólidos y apasionantes de todos los compuestos por el manchego. 

   

La película habla de Rebeca (Victoria Abril), locutora de telediarios en una cadena que dirige su marido Manuel (Féodor Atkine). Manuel fue el gran amor de su madre, Becky del Páramo (Marisa Paredes), antes de que ésta la abandonara para dedicarse a su carrera como cantante, y no sabe que Rebeca es hija de Becky. Quince años después la madre vuelve a Madrid para actuar y arreglar algunas cuentas pendientes, especialmente la relación con su hija. La noche de su llegada, Becky cena con Rebeca y Manuel. Juntos van a ver a un imitador de Becky, el transformista Femme Letal (Miguel Bosé). Como las relaciones entre Rebeca y Manuel no marchan bien, él intenta reavivar su viejo amor con Becky, quien no acepta su ofrecimiento. Una noche, Manuel aparece asesinado en su chalet. El Juez Domínguez, de noche Femme Letal, se encargará del caso.

 

Las críticas fueron, de nuevo, muy positivas:

"Almodóvar, como a los clásicos, hay que leerlos despacio. Detrás de su aspecto prosaico, de su escritura aparentemente fácil, de su viva la vida, se esconde un espíritu delicadamente sensible a la medida, ritmo y rima de las cosas de cada día." ABC, 1991

"Los fans de Pedro Almodóvar pueden alegrarse: su novena película, Tacones Lejanos, es la mejor hasta la fecha. Incluso le conseguirá nuevos adeptos entre el gran público, gente que haya estado alejada de la sensibilidad fantasiosa, y, a veces, cargante de Almodóvar.
(...) Almodóvar esta claramente divirtiéndose con un genero clásico de Hollywood, despedazándolo y luego, curiosamente, reconstruyéndolo con todas las emociones intactas." The Film Journal, 1992.

"Para quien la ame y quien la deteste, Hay en "Tacones Lejanos" un guión extraordinario. (...) La relación tan particular que mantiene Pedro Almodóvar con la canción, que es también una de sus características, se revela igualmente un elemento fuerte en "Tacones Lejanos". Liberation, 1992

"La Apoteosis del Rojo. Se sabía que esto llegaría. Que dejando perezas y sus delirios subversivos, Pedro Almodóvar nos daría un día un film que contuviese todos los demás y fuera el primero. (...) Pedro Almodóvar, el payaso culto, no ríe más. Un verdadero rito de paso para su obra venidera." Le Monde 1992.

 

Lo mejor, (o no) es atender a las palabras del director.

"La idea de Tacones lejanos nace del guión de un cortometraje que escribí mientras preparaba Átame. Me desespera tanto la preparación de un rodaje que casi siempre, para evadirme, improviso sobre el papel historias caprichosas que después acaban convirtiéndose en el guión de alguna película. Es un modo de serle infiel a la historia que tengo entre manos, pero sobre todo me distrae de las inclemencias del período de preproducción. En el corto sólo narraba la parte que se refiere al telediario.

Lo que hace Rebeca en el telediario yo lo había soñado muchas veces, una locutora que después de dar la noticia de una muerte se confiese autora y explique con toda naturalidad los detalles.

Cuando terminé "Átame" pensaba rodar el corto, pero me intrigaba tanto su personaje central que necesitaba conocer su trayectoria. Era un personaje demasiado grande para un relato tan corto, demasiado sugerente. Así que empecé a desarrollar su historia por ambos extremos, dejando la confesión justamente en el medio. Y no fue fácil, porque yo no quería que Rebeca fuera un monstruo o una psicópata. Por una simple cuestión de duración, la breve narración de un corto te permite exponer unos hechos sin implicarte ni explicarlos, pero un largometraje exige que el autor explique esos hechos y se sitúe con respecto a la historia.

El personaje de la madre me resultaba más asequible. No es una madre ejemplar, ni abnegada, pero su heroico gesto del final la redime de todas sus imperfecciones y conquista fácilmente el corazón del espectador-interlocutor.

El tercer personaje, Femme Letal y el Juez Domínguez, tampoco es un modelo de conducta. Con la edad voy descubriendo que me siento más cerca de los personajes complejos e imperfectos. Siempre que sea capaz de explicar en qué consisten sus imperfecciones, lo cual equivale a explicarles como seres humanos. Mi reto como guionista y director consiste en hacer diáfana su complejidad, que uno pueda leer en sus ojos y en sus palabras las razones que inspiran sus actos.

He rehusado juzgar a los personajes, permitiendo que sean ellos mismos los que se juzguen, se castiguen o se perdonen. La justicia, si es que existe, no se ejerce en los tribunales, sino en el fondo de la conciencia de los individuos y se expresa con un lenguaje propio, el lenguaje del dolor y de la pasión.

Rebeca y su madre actúan de espaldas a la ley de los hombres y de la de Dios (un dios católico como lo entendemos en España). Yo confío más en la fragilidad del individuo y su imperfecta naturaleza que en la solidez de las instituciones. Esa es una de mis intenciones al contar esta historia, sin temor a parecer amoral."

Resistiré

¡Átame! supuso el inicio de la carrera de Antonio Banderas y Victoria Abril.

 

La película cuenta la historia de Ricki, un joven huérfano desde los tres años que toda su vida la ha pasado en diferentes instituciones sociales y reformatorios. Por su parte, Marina es una mujer que ha tenido problemas con las drogas y trabaja como actriz en películas pornográficas y de terror. Fascinado por ella, Ricki la rapta, dispuesto a hacer todo lo posible para que Marina corresponda a su amor. La animadversión inicial de la mujer, y sus vanos intentos de huir, van dejando paso a una progresiva hermandad entre ambos, finalmente convertida en auténtico amor.

 

Si bien contaba con 15 nominaciones para los premios Goya, la película no se llevó ninguno. La película tuvo críticas muy positivas:

"¡Átame! es una película libre, inteligentemente desinhibida, romántica hasta la exasperación". Carlos Boyero, El Mundo, 1990

"Resulta un producto anárquico, desvergonzado, sonriente en casi todo momento y con una conclusión de cuento para adultos que reencuentran la inocencia". Ya, 1990.

De profesión, maestra rural

Ana Pedrós es profesora de Educación Física. Trabaja en Mesones de Isuela, un pueblo de doscientos habitantes a 75 Km. de Zaragoza. El colegio forma parte de un Centro Rural Agrupado (CRA). Esto es, una serie de colegios con pocos alumnos y profesores, y a veces un solo profesor con el que comparten dirección. Cada mañana se levanta antes que el sol y se sube al coche con otras dos compañeras. Conducen una semana cada una: lo llaman "la rueda". El ministerio no les frece ningún plus de desplazamiento (es más, deben pedir un permiso para residir en Zaragoza), y la gasolina corre de sus bolsillos.

Ana es la tutora de 7 alumnos de diferentes cursos y edades. Todos oscilan entre los 9 y los 12 años. En las clases de Educación Física ponen también a su cuidado a los alumnos de segundo curso. Con ella trabaja otra joven profesora que se ocupa de los más pequeños. Las asignaturas como Religión o Ingles las imparte un profesor itinerante.

Las chicas son las únicas responsables en el centro. Si hay problemas, llaman al colegio de El Frasno, donde está el director del CRA. En la zona no hay cobertura, por lo que dependen únicamente del teléfono fijo del colegio.

Los miércoles por la tarde, los profesores que trabajan en el Centro Rural se desplazan hasta El Frasno. Allí se reúnen con el director y el jefe de estudios para poner en común los progresos de los alumnos y denunciar los problemas que puedan tener. El Ministerio, señala, sí que subvenciona estos trayectos

Malas instalaciones

Según la profesora, "las instalaciones son malas". El colegio, afirma, es demasiado grande para los alumnos que hay. Años atrás, por sus pasillos desfilaban decenas de chiquillos, hoy sólo acoge a catorce. Sin embargo, los espacios para las clases de Educación Física no se encuentran en el recinto escolar. El recreo es demasiado pequeño, y para jugar a baloncesto deben correr durante diez minutos hasta llegar a las pistas del pueblo. "El campo de fútbol -señala- es un terreno lleno de piedras. Si pasan la ovejas, hay que apartarse". El pabellón donde realizan las flexiones y las pruebas de resistencia es al mismo tiempo el centro social del pueblo.

Dentro del edificio las condiciones no son mucho mejor. Las profesoras se encargan de abrir y cerrar la calefacción, por lo que hasta media mañana las aulas no se caldean. Si bien una mujer limpia el colegio por las mañanas, "a veces también toca limpiar", dice resignada la docente.

Los escolares tienen jornada partida, con una hora para comer a mediodía. Ana y su compañera compraron a principio de curso un microondas y una plancha, y cocinan y comen en una de las aulas. Friega la vajilla en la pila del lavabo. "¡Y con agua fría!", puntualiza.

"Las condiciones -termina- no son normales. Hasta que no vas allí no te lo imaginas".

Buenos alumnos

Según la profesora, el nivel de los alumnos no es bajo. "Aunque -puntualiza- es difícil de comparar con el resto". Los contenidos son similares a los de cualquier colegio, pero se imparten de forma diferente. La preparación de actividades le ocupa la mayor parte del tiempo. "En Zaragoza tendría que preocuparme sólo mi asignatura, aquí tengo que elaborar actividades y contenidos para cuatro niveles cursos diferentes".

Si bien hay algunas actividades colectivas, como dictado o lectura, Ana reparte las mayor parte de las actividades entre los chicos y luego hace la ronda. "La atención es muy personalizada, eso es muy positivo". Los alumnos, cosa impensable en una escuela urbana, están tranquilos mientras la profesora se ocupa de sus compañeros. "Aquí aprenden a esperar", afirma.

"Los niños de los pueblos -sentencia- son diferentes a los de la ciudad". Ana está muy orgullosa de "sus niños". La escuela no conoce el "bullying", ni las envidias. "Nadie se ríe -afirma- de los que fallan".

Cuenta también que en el recreo participan todos juntos en juegos impensables en la ciudad. Los chicos de 12 años se llevan su maletín, comenta riéndose, y ponen los hacen rulos a las niñas más pequeñas."En Zaragoza jugarían a fútbol", termina.

La relación profesor-alumno, según Ana, es más que excelente. "Acabas conociéndolos a todos mejor que ellos mismos". Con los familiares también disfruta de una afinidad. "Más con las madres", puntualiza. La mayoría de los padres trabajan en el campo y no vienen a recoger a sus hijos. "Hace poco fue el cumpleaños de una niña -relata- y la madre nos invitó a mi compañera y a mí a comer. Los chicos nos esperaron en la  puerta muertos de risa".

Diez años para trabajar en Zaragoza

A los colegios se llega por oposición. El profesor realiza la prueba, si tiene suerte saca una plaza y entra en una lista. Lógicamente, los puestos más solicitados son los de los núcleos urbanos, así que muchos "primerizos" (que comienzan con cero  puntos) se ven obligados a trabajar en pueblos durante años.

Cada dos años, acumulan puntos que los van acercando a su destino. Si permanecen más tiempo del requerido en un colegio, la cantidad de puntos otorgados se duplica.

Con la situación actual, un profesor recién ingresado en el cuerpo debe esperar diez años para trabajar en la ciudad en que reside.

Prueba de fuego en los escenarios

La Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza ocupará los próximos días 12 y 13 de febrero la escena zaragozana. Los alumnos de segundo curso representarán en el Teatro del Mercado una selección de textos breves escritos por dramaturgos españoles contemporáneos. El Teatro Principal, por su parte, acogerá la obra "Esperando a Godot", del dramaturgo irlandés y premio Nobel Samuel Beckett, en la que participarán los alumnos del último curso.

Las entradas están ya a la venta y cuestan seis euros en taquilla. Al igual que en otros montajes, existe bonificaciones del cincuenta por ciento. "Esperando a Godot" se representará  los dos días a las 22.00 horas; las funciones del Teatro del Mercado comenzarán unas horas antes, el lunes 12 a las 21.00 horas y el martes 13 a las 19.00 horas.

Félix Martín, director del montaje de los alumnos de tercero, ha señalado que la obra del irlandés es un riesgo, pero que la promoción empuja muy fuerte. Además, ha explicado, para un alumno de último curso "Esperando a Godot" es un reto interesante. Los futuros actores han trabajado a lo largo de sus estudios la farsea, la tragedia o el teatro clásico; "en esta obra, los personajes pueden en un momento da englobar absolutamente todo". Para el profesor de interpretación, cada vez que un actor sube a un escenario se enfrenta a un examen con el público. En este caso, ha puntualizado, la prueba es también didáctica.

Para los alumnos de segundo curso, la puesta de largo en el Teatro del Mercado es su primer contacto con la escena y con el público. Los textos, alguno escrito por dramaturgos consagrados como José Sanchís Sinisterra, hablan de temas actualidad, próximos a los jóvenes actores, según ha explicado el director de la Escuela. Así, tratan de ámbito urbano, soledad o problemas de incomunicación. Las funciones estarán dirigidas por la profesora Alicia Rabadán.

Veinticinco años de enseñanza

La Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza ha cumplido recientemente 25 años de existencia. Para conmemorar el aniversario, se está preparando en asociación con el Ayuntamiento de Zaragoza un libro en el que repasa la trayectoria de la Escuela.

Los estudios se organizan en 3 años, al final de los cuales deben ser capaces de "empezar a afrontar un proceso de profesionalidad". En el primero, se asientan los principios teóricos. Los profesores, ha dicho Félix Martín, se ven obligados a frenar el deseo de los alumnos de subir a un escenario. Las asignaturas son en su mayoría técnicas.

Al año siguiente se aumenta el horario de interpretación, si bien continúan las materias técnicas. Los alumnos de segundo presentan un taller ante público. En este caso, la obra se realiza en el Teatro del Mercado, un espacio reducido. Se intenta que sea una actuación en la que loa actores no arriesguen demasiado.

En el último curso priman las materias creativas, las asignaturas de interpretación son mayoría. En ellas se incluye expresión corporal, dicción, danza... A mediados de año, los actores se enfrentan a un teatro más grande y un texto más complejo.  

La asistencia a clase es obligatoria. Cada curso consta de 900 horas lectivas en horario vespertino. Según el director de la escuela, hay quien compagina el teatro con otros estudios, pero en segundo se dan cuenta de que hay que dedicarle mucho tiempo. Así que muchos deben renunciar a una de estas actividades. Si se oficializa, ha sugerido, este esfuerzo puede serles recompensado, pues al salir de la escuela tendrían un sello de garantía y un reconocimiento público.

Respecto al futuro de estos alumnos, Félix Martín ha dicho que un grupo prosigue sus estudios en otras escuelas. Un alto porcentaje de ellos, ha declarado, consigue trabajo en compañías de teatro aragonesas.

Estudios oficiales

Concepción Nasarre, concejala de Educación del Ayuntamiento de Zaragoza, ha declarado que "el Ayuntamiento se siente muy orgulloso de esta escuela de teatro", no sólo por su calidad, sino por ser la única institución de este tipo en la comunidad

Respecto a la posible oficialización de los estudios dramáticos, la concejala ha informado de que el asunto se llevó al último pleno sobre el estado de la ciudad, celebrado en noviembre. En la sesión se firmó una moción consensuada por todos los partidos políticos que instaba al Gobierno de Aragón a iniciar el proceso de oficialización de la Escuela. Sin embargo, asegura, aún no se ha recibido respuesta.

Benito de Ramos, director de la Escuela, ha señalado que esta demanda se ha repetido en diferentes ocasiones a lo largo de los últimos 8 años. El proceso, ha manifestado, está aún en sus primeros pasos, pues la tendencia de los gobiernos ha sido primar los estudios reglados sobre los estudios artísticos. La regulación, ha dicho, serviría para que los alumnos no tuvieran que trasladarse a otra ciudad a completar sus estudios.

El editor que escribe

"Anagrama es un sello vocacional". Ése fue el mensaje que el editor Jorge Herralde transmitió ayer a los asistentes a la presentación de su último libro "Por orden alfabético". En él, realiza un homenaje a muchos de los autores de la editorial.

La cultura aragonesa se dio ayer cita en la FNAC. En los asientos del forum se podía ver al joven escritor Daniel Gascón, al también literato Ismael Grasa y al profesor y cantautor reconvertido en político José Antonio Labordeta. La razón: la visita a Zaragoza del editor de Anagrama Jorge Herralde. El barcelonés venía a presentar su último libro, "Por orden alfabético". A la mesa le acompañaba el escritor aragonés Félix Romeo, que en esta ocasión actuaba no en calidad de escritor sino de orgulloso anfitrión.Lo que se preveía una mera exposición de las virtudes de Anagrama se convirtió en un divertido diálogo sobre los autores de Anagrama, no en vano Romeo ha publicado en el sello barcelonés y son amigos desde tiempo atrás.

 

"En el funeral de Kapuscinski estaban todas las amantes del escritor". Con esta frase provocó el editor la primera sonrisa de la tarde. Jorge Herralde recordó sus primeros encuentros con el reportero recientemente fallecido y la última visita que éste hizo a España en mayo pasado para recoger un premio de periodismo. Además, evocó a Agata Orzeszek, su traductora al español y supuesta amante. "En el funeral, la esposa llamó a su lado a Agata, destacándola como primera concubina". Herralde habló largamente sobre Julian Barnes y Martin Amis, destacados miembros del llamado "dream team", el grupo de escritores británicos de mayor éxito. "Nos estamos acercando al puro cotilleo", señaló con una sonrisa tras relatar las agrias disputas entre los dos autores.
Álvaro Pombo fue otra de las estrellas de la sesión. El escritor ha publicado toda su obra en Anagrama a excepción de su última novela, ganadora del Premio Planeta. El editor explicó que cuando Pombo le llamó y le dijo que se presentaba al Planeta le respondió: "por lo menos, gánalo".
Félix Romeo no quiso en ningún momento mostrarse condescendiente con su "jefe" y le puso en el compromiso de elegir a los autores que querría haber publicado y a quienes se arrepiente de haber incluido en su catálogo. Respecto a lo primero, Herralde no dudó un instante: "Juan Marsé estuvo a punto de fichar por Anagrama, pero la agente literaria Carmen Balcells le dijo que podía sacar mucho más dinero a otros editores y así fue". Muy diplomático, no quiso mencionar los nombres de aquellos que preferiría no ver en su editorial. Dispuesto a "pinchar" a su editor, Félix Romeo le preguntó por las ventas de su libro. Éste contestó que era consciente de sus destinatarios. "Amigos, estudiosos de la edición o fanáticos de algún escritor de la casa". La horquilla de ventas, pronosticó, está entre dos mil y cuatro mil ejemplares.
Reveló al término del acto la próxima publicación de dos libros del fallecido Roberto Bolaño. Uno de ellos será su corpus de poesía y el segundo es una selección de cuentos compilados por Ignacio Echeverría, crítico literario y amigo del escritor chileno.

La editorial
Anagrama se fundó en 1969. Desde entonces ha publicado más de 2.500 títulos. Por el catálogo de su "Panorama de Narrativas" desfilan autores como Truman Capote, W.G. Sebald o Antonio Tabucchi. La nómina de escritores en castellano, agrupados bajo el epígrafe "Narrativas Hispánicas", incluye a Javier Tomeo, Enrique Vila-Matas o Roberto Bolaño.
En su "Biblioteca de la Memoria" destaca la biografía de Dalí escrita por Ian Gibson o las memorias de Vladimir Nabokov. El pensamiento más actual se da cita en su colección "Argumentos", en la que participan filósofos como José Antonio Marina o Pierre Bourdieu. Para los bolsillos más ajustados, Anagrama recupera los títulos más atractivos en "Compactos", su colección de bolsillo.

Pedro y sus (primeras) mujeres

Mujeres al borde de un ataque de nervios narra la historia de Pepa (Carmen Maura) e Iván (Fernando Guillén), una pareja de actores de doblaje, que, después de varios años, deshace su relación, sin que él sepa que ella está embarazada. Mientras espera en vano noticias de Iván, Pepa intenta habituarse a su nueva situación. Su vida se complica aún más cuando llega a su nueva casa su amiga Candela (María Barranco), que huye de la policía porque ésta ha detenido a su novio, un terrorista chiíta y teme que la involucren a ella en el asunto.

Pepa decide conocer a la actual amante de Iván, con lo que sus "nervios" van en aumento. Por si fuera poco, en su vida entra también por casualidad, Carlos (Antonio Banderas), el hijo de su novio, que acude con la retrógrada novia (Rossy de Palma) a ver el piso para alquilarlo. Todos se concentran en la casa, y el cruce de personajes da lugar a toda clase de situaciones. La escena final se sitúa en un aeropuerto, al que la protagonista es conducida por un peculiar taxista (Guillermo Montesinos), donde Pepa será perseguida por la primera mujer de Iván (Julieta Serrano).

 

Es curioso que Mujeres al borde de un ataque de nervios se considere la película más importante de su primera etapa como cineasta, una especie de plenitud artística confirmada por los premios y la crítica nacional e internacional; pues es posiblemente su obra más costumbrista, además de ser una comedia mucho más amoldada a un estilo clásico heredero de George Cukor, que sus primeras y más radicales películas, donde igual se juntaba lo escatológico de John Waters con la mirada epidérmica de Rainer Werner Fassbinder. Esta magnífica comedia ayudó al realizador manchego a afianzar una estética que se alejaba del pop de sus primeras obras hacia un kitsch encadenado a lo geométrico que ha llevado a Almodóvar a ser uno de los realizadores con más fuerza plástica.

Por primera vez sus personajes, igualmente de desesperados y esquizofrénicos que los de toda su carrera, se alejan del lado más sórdido de la sociedad para ser un conjunto intimista de personas corrientes, unidas todas, por el abandono del mismo hombre.

Almodóvar coge el personaje de Pepa, una perfecta Carmen Maura en su última colaboración con el manchego, y lo sitúa en lucha continua con el teléfono y el contestador automático, ampliando lo que en un principio es un monólogo, en una historia tragicómica donde se encuentran todos los personajes de la película, siendo la única línea exterior al conflicto la que viene marcada por el personaje de Candela, que se une al grupo debido a su relación con unos terroristas chiítas. La película discurre vertiginosa a medida que se desarrolla un conflicto que Almodóvar plantea con precisión en los primeros diez minutos de la obra: basta ver el momento del doblaje de Johnny Guitar rodado en un travelling cenital siguiendo la luz del proyector hasta llegar a Pepa, que cae desmayada, para entender la raíz de todo el conflicto.

En su obra más teatral junto a ¡Átame!, ambas obras transcurren al 90% en el interior de un piso, mezcla con cariño y con una total ausencia de tragedia a todos los personajes, a los que el realizador les concede la posibilidad de ser felices pese a que entienden la vida como un camino de sufrimiento.

 

Pedro Almodóvar escribió sobre la película:

Antes del 68, si una chica abandonaba a un chico, el muchacho estaba obligado a convertirse en un héroe, a través de una aventura personal o haciendo algo por la Humanidad, descubriendo una vacuna o algo así.

No voy a negar que los chicos sufrimos, y que la soledad nos pesa tanto como a una feminista, pero ¿a quién le interesa hoy día hacer una película sobre el tema? A mí, desde luego, no. Las chicas, esas sí que saben comportarse cuando su novio las planta. No conocen el pudor, ni el sentido del ridículo, ni esa cosa horrenda que antes se llamaba amor propio. Sus reacciones están llenas de registros.

La mujer sabe que necesita del amor para seguir respirando y está dispuesta a defenderlo como sea. Porque en esa eterna guerra todas las armas están permitidas.
Si a una chica le deja su amante por otra, no tiene reparos en lanzarse a la calle, averiguar quién es la Otra, tirarla por un precipicio si su rival demuestra ser tan tonta como para acompañarla hasta el borde del mismo. Si no consigue lanzarla por el precipicio, intenta hacerse amiga suya para que la rival tenga terribles sentimientos de culpa y le cuente anécdotas íntimas de su común amante.

En el currículo de todo creador, debe haber algunos traumas. Naturalmente, yo también los tengo. Uno de ellos: haber trabajado en un sótano de la Compañía Telefónica durante diez años.

"Mujeres..." es un feroz alegato contra el teléfono y el contestador automático. No es cierto que a través del teléfono los seres humanos se comuniquen unos con otros. El teléfono sólo sirve para demostrar al prójimo el escaso interés que nos provoca. Y el contestador se inventó como ayuda al mentiroso. En esta película me he permitido liberar mi subconsciente y la protagonista arroja dos veces el teléfono por la ventana y una vez el contestador.

Aconsejo a todo aquel que espera inútilmente junto al teléfono una llamada, que tire el aparato por la ventana. Es mejor que ahorcarse con el cable.

El problema de los hombres y las mujeres es que, perteneciendo a la misma especie, no se entienden entre ellos. Así es y así seguirá siendo.

Al final de la película una joven rockera le dice a Pepa que prefiere las motos a los hombres. Pepa le contesta: "Es más fácil aprender mecánica que psicología masculina. A una moto puedes llegar a conocerla a fondo. A un hombre jamás".

Las críticas fueron espléndidas:

"La película funciona admirablemente, la espontaneidad trabajada, el mimo con el que se construye cada gesto y cada entonación, entradas y salidas, gritos y relajamiento, los equívocos permanentes y el más difícil todavía, el desequilibrado equilibrio que caracteriza a la mejor comedia". Carlos Boyero, El Independiente, 1988.

"...consumada finalmente como una comedia ligera, la película es casi una obra maestra. (...) en esta inteligente y divertida operación de alquimia se ha beneficiado del talento de sus colaboradores, empezando por sus excelentes actrices, desde la protagonista Carmen Maura hasta la característica Loles León (...) Pedro Almodóvar es, hoy por hoy, el más descarado, ingenioso y original de nuestros cineastas". La Vanguardia, 1988.

Independencia y madurez

"El Deseo es un tranvía que no lleva a ninguna parte, pero lo que importa es moverse". Pedro Almodóvar

La ley del deseo fue el primer film de Almodóvar producido por la compañía que él y su hermano Agustín habían constituido, llamada para la ocasión El Deseo, S.A., hecho que le permitió una libertad absoluta que iba a verse recompensada por el éxito y calidad de este film, así como de los sucesivos. La película fue también su obra más arriesgada, dado que en aquellos años el gran público era aún reacio a aceptar una historia pasional homosexual con la misma empatía con la que recibía las historias de amor heterosexuales. La ley del deseo obtuvo afortunadamente el reconocimiento merecido, y la crítica empezó a fijarse en Almodóvar como en un valor a ser tenido muy en cuenta, aunque es cierto que sus películas han sido y siguen siendo mejor recibidas por la crítica extranjera que por la nuestra.

 

Pablo (Eusebio Poncela) y Tina (Carmen Maura) son hermanos marcados para siempre: Tina, hace 20 años, era Tino, y se acostaba con el padre de ambos. Pablo malvive enamorado de Juan (Miguel Molina) cuando conoce a Antonio (Antonio Banderas), lo que complicará el trío.

Pero mejor que un escueto resumen, es leer las palabras de su director sobre los personajes de la película.

Pablo Quintero (Eusebio Poncela): Desde niño Pablo ha soñado ser objeto de un deseo absoluto que corresponda a su vez con su propio deseo. Sabe que no es posible, y saberlo no le paraliza. Nada le basta, pero como es un artista combate su insatisfacción convirtiéndola en el principal tema de su creación. Aliado con las teclas de su Olympia desarrolla todo lo que de insuficiente tiene su vida. Su imaginación es más fuerte que sus sentimientos; el trabajo le provoca emociones más intensas que el hecho de vivir, aunque su trabajo este basado en su vida. Con una mezcla de sentido común y saludable cobardía desarrolla en la máquina de escribir, sin frenos ni limitaciones, todo lo que no desarrolla en su vida. No sospecha que semejante actividad le expondrá a los mismos peligros, porque la autentica pasión es siempre irreversible.

Antonio Benítez (Antonio Banderas): Es un personaje de una sola pieza. La pasión impregna cada uno de sus actos. Es capaz de todo, incluso de matar, con tal de cruzar un beso o una palabra con el objeto de su pasión. Es un fanático y, alguien cuya única moral es la expresión vital de esa pasión, no puede ser juzgado de un modo racional. Paradójicamente, su educación es tradicional, incluso reaccionaria; pero la educación es como una prenda, desaparece cuando uno se la quita. Posee una fuerza imparable. El deseo, como la fe para los cristianos, puede mover montañas. Antonio sabe que le sociedad le va a hacer pagar un precio desmesurado, y no le importa.

Pablo y Antonio son muy distintos pero se parecen sin saberlo en algo esencial: la ausencia de miedo. Ambos se arriesgan hasta el final, la diferencia es que Pablo permanece atado a la máquina de escribir, mientras que Antonio sólo dispone de su propio cuerpo. Ambos deben pagar el mismo precio.

Tina Quintero (Carmen Maura): Es la hermana de Pablo, una mujer que de adolescente era chico y se cambió de sexo. Lo más femenino de Tina es su paranoia. Después de irse a vivir con su padre, cambiarse de sexo por él y ser abandonada, no es raro que Tina se sienta desgraciada, lo malo es que lejos de mitigar su dolor ella se dedica alimentarlo día tras día; porque hay personas para las que el dolor supone su alimento más preciado, aunque les impida saborear otros sentimientos. Cuando el horror nos domina cada cual se inventa sus propias armas defensivas: Tina venera los recuerdos, porque antes de convertirse en heridas fueron motivos de gozo. La insistencia complaciente en los recuerdos más dolorosos es el castigo que Tina se ha impuesto para paliar un pecado del que nunca se arrepentirá.

 

Quizás lo que haga de La ley del deseo una de las mejores obras de Almodóvar es que, además de ser su guión uno de los más sólidos escritos por el director, se deja traslucir en su visionado una de las obras más personales del director, el cual hace presencia de manera explícita o implícita en muchas de las situaciones mostradas. Para Almodóvar hacer cine es partir de la realidad, propia o ajena, y manipularla a través de la ficción para construir una realidad diferente. Ficción y realidad son dos elementos que se necesitan mutuamente, no sólo para la elaboración de guiones, sino también para el desarrollo de la vida misma.

La historia de La ley del deseo se basa en este juego entre realidad y ficción. Su expresión directa se encuentra en el personaje principal de la historia, Pablo Montero, interpretado por un Eusebio Poncela magnífico, quien hace el papel de un director de cine y de teatro que goza de una situación profesional exitosa, pero que, por el contrario, vive una situación personal desgraciada. Pablo sufre un amor no correspondido, el que siente por Juan (Miguel Molina), un joven que se ve incapaz de amarle como quisiera. Tina, la hermana de Pablo, (Carmen Maura, de nuevo excelente) no es más feliz que su hermano, puesto que su condición de transexual, y el abandono del que fue su gran amor, su propio padre, la han imposibilitado para las relaciones con otros hombres. Cierra el cuarteto de personajes principales el joven Antonio (Antonio Banderas), un chico enamorado obsesivamente de Pablo, que está dispuesto a hacer lo que sea para retenerlo junto él, aunque para ello tenga que cometer asesinato. La ficción le sirve a Pablo como vía de escape a sus sentimientos frustrados.

Almodóvar bordó con este film la que es probablemente su mejor creación. No sólo la solidez del guión, la excelente interpretación de los personajes y una puesta en escena impecable avalan esta afirmación. La ley del deseo fue la primera obra realmente madura y reflexiva del realizador. Muchos momentos de este film quedarán para la historia como algunos de los más memorables de nuestro cine, como la escena en la que Tina disfruta sensualmente al ser regada por un operario de limpieza en plena calle, o la secuencia inicial del film, en la que Pablo dirige en off la masturbación de un joven, uno de los momentos más logrados de la cinta.

Las críticas, en general, fueron favorables:

"Almodóvar no rehuye las imágenes chocantes y trabaja en una franja donde la claridad expositiva sustituye a la elipsis. No rehuye las escenas comprometidas y en borde de lo aceptable, pero también es cierto que el tono fundamental -mas allá de la provocación y de los escándalos fáciles, a los que es tan proclive- es la ternura y el amor". A. L., Ya, 1986.

"Maravillosamente sórdida. Almodóvar es el más alegre, el más entretenido de los hedonistas de hoy en día". Enrique Fernández, The Village Voice, 1987.

Primera cogida

Matador, (para mí, la peor película de Almodóvar, la única que dejé a mitad) narra la historia de Diego Montes (Nacho Martínez), un ex torero y profesor de tauromaquia, que disfruta viendo en su televisor escenas de crímenes, una actividad que lo transporta al orgasmo; esta afición le lleva a asesinar a jóvenes. Ángel (Antonio Banderas), es uno de sus alumnos, ambiguo sexualmente y dominado por una madre voraz (Chus Lampreave) miembro del Opus Dei. Completa el trío María Cardenal (Assumpta Serna), una abogada admiradora del diestro (Assumpta Serna), que también siente el mismo impulso criminal, y mata a los hombres mientras hace el amor con ellos.

Con Matador, el director manchego inicia un cine que busca un romanticismo desaforado, alejándose de la frivolidad de sus primeros filmes. Almodóvar ancla su cine en las emociones, rozando, en ocasiones, el más absoluto de los ridículos, pero saliendo generalmente airoso del trance.

Como sucederá con cierta reincidencia en sus siguientes películas, los personajes de Matador están marcados por la fatalidad. El mayor de los problemas radica en que, en ocasiones, estos personajes no parecen estar insuflados de vida propia, sino que parecen meras marionetas movidas por la mano del destino, zombies guiados hacia un final predeterminado.

El director manchego siempre ha sido un gran director de actrices: el trabajo de Assumpta Serna es perfecto, Chus Lampreave está deliciosa (hoy podríamos decir que es un icono más del cine de Almodóvar), Julieta Serrano ofrece una composición de su personaje más que correcta, y Eva Cobo jamás estuvo tan bien como en este filme. Sin embargo, se olvidan las estupendas actuaciones que suelen ofrecer los actores de sus filmes. En Matador, el trío masculino es de órdago: Nacho Martínez, Antonio Banderas y Eusebio Poncela. Por primera vez en su filmografía, Almodóvar hace un cine abiertamente homosexual. Con esa puerta abierta, los hombres empiezan a tener protagonismo en el cine del director.

Pedro Almodóvar intenta huir primera vez en su filmografía de los elementos humorísticos y petardos. El problema del filme es que, como solía ocurrir por aquella época en sus películas, existe una sensación de dispersión que torpedea el ritmo de la narración.

La puesta en escena comienza a ser más sofisticada en el cine de Almodóvar. Secuencias como el primer asesinato de María Cardenal, la frustrada violación y el coito final así lo atestiguan. Con un cine cada vez más plástico, el montaje del filme es efectivo y está envuelto en una fotografía que sabe sacar partido del vestuario y los decorados (almodovarianos cien por cien).

En esta ocasión, las críticas no fueron tan favorables como en trabajos anteriores.

"Quizá esa arriesgada y sugestiva pirueta almodovariana - tomar las esencias de la españolada y diluirlas en el fondo del vaso de las neurosis obsesivas más cosmopolitas, menos enraizadas - explique el intercambio fracasado de su película". Fotogramas, 1986.

"Todavía le viene muy grande a Almodóvar esta temática del erotismo aniquilador, de la pasión que solo se consuma realmente en la necrofilia. No basta con que se insista con palabras importantes metidas con calzador en los diálogos de los actores". Guía del Ocio, 1986.

La locura se dramatiza

"El español se defiende a base de humor de las cosas que le dan miedo, que le hacen sufrir, se defiende de la muerte". Pedro Almodóvar.

¿Qué he hecho yo para merecer esto? es la primera incursión de Pedro Almodóvar en un cine menos alocado que sus anteriores trabajos. La película tiene menos colorido, la movida madrileña agoniza, su fauna ya no queda bien en pantalla. El neorrealismo italiano, mezclado con la chispa Almodóvar, es la fuente de inspiración.

 

El primer éxito internacional de Pedro Almodóvar narra la historia de Gloria (Carmen Maura), un ama de casa malcasada con un tipo despótico obsesionado por la comida, (Ángel de Andrés), profesional del volante muy pendiente de la música teutona que le retrotrae a los recuerdos de emigrante en los tiempos de las dos Alemanias. La suegra (Chus Lampreave), es una petarda santurrona y rácana a la que parece comprender mejor el nieto emporrado y chungo. Sí, porque el par de churumbeles tampoco tienen desperdicio: el uno, un efebo que hubiese traído por la calle de la amargura al Ascilto y Encolpio de El Satiricón; el otro, un autodidacta de las toxicomanías dispuesto a probar cualquier cosa que le permita evadirse un rato de tan encantadora familia.

Por si esto fuese poco, aparece de vez en cuando en su puerta una vecinita cañón y cortesana (Verónica Forqué), única ligazón de esta pobre mujer con el mundo exterior. Su anodino tren de vida choca radicalmente con el de la meretriz extrovertida, aunque ambas tienen más puntos en común de lo que parece: las dos reciben dinero por un trabajo más o menos sórdido, aunque a la verdadera prostituta se le ve más contenta y con mayor vocación que a la ama de casa. Una de las dos, por lo menos, ha decidido conscientemente qué hacer con su vida.

Las pinceladas costumbristas se suceden, las vejaciones morales y la tortura psicológica a la que es sometida esta mujer va en aumento: en un arrebato perfectamente legítimo, descalabra al sorprendido marido de un vengativo jamonazo en la testa, apunte castizo tan del agrado del manchego.

La posterior investigación policial tratará de poner en claro lo sucedido en esa estancia donde le ha ocurrido a nuestra protagonista todo lo bueno y todo lo malo: la cocina, se entiende. El chapucero crimen, la coartada de opereta, la pueril ocultación de pruebas... en cualquier film noir el pastel se hubiese descubierto al instante.

 

La soledad será, quizás, el único castigo que encuentre su acción. Asistirá paulatinamente a la disgregación de ese conglomerado de consanguinidades que sólo ella sostiene en imposible equilibrio merced a un sacrificio callado, martirio asumido sin peros ni porqués.

El milagro final (oportuno retorno del hijo pródigo que evita su salto al vacío) no es más que una prórroga, un añadido para una mujer desamparada incapaz de vivir con y sin su familia. Un homenaje encendido e incendiario a tantas y tantas marujas, epíteto despectivo con el que olvidamos a madres y mujeres anónimas que dejaron de ser para que otros fuesen.

Las críticas en periódicos internacionales no dejan lugar a dudas. Almodóvar se abría camino en el extranjero:

"Esto es como Buñuel haciendo una película de John Waters, pero condimentada por Woody Allen. Pedro Almodóvar se hace un sitio entre los más grandes cineasta cómicos del mundo." L.A. Weekly.

"Es, sencillamente, una pequeña obra maestra". The New York Times.

Manteniendo el tipo

Entre tinieblas, la tercera película de Pedro Almodóvar, es una obra de encargo. Uno de los requisitos era que Cristina Sánchez Pascual, mujer del productor, interviniera como actriz protagonista. Esto hace de Entre tinieblas un film fallido y extraño, no tanto por la naturaleza de sus imágenes, que basculan entre lo psicodélico y lo bizarro, sino por el desarrollo de la trama.

 

El argumento de la película es otro disparate de Almodóvar, (ya aprenderá a escribir, ya): Yolanda Bell (Cristina Sánchez Pascual), una cantante de boleros, adicta a las drogas, arriesgada y ambigua, ve morir a su novio Jorge delante de sus ojos por una sobredosis de heroína adulterada. Asustada, decide desaparecer y recluirse en un convento que pertenece a la orden de las "Redentoras Humilladas", dedicada a salvar del pecado a chicas de vida descarriada.

Yolanda es muy bien recibida, especialmente por la Madre Superiora (Julieta Serrano), a la que le van las jovencitas y que suele convertirse en cómplice drogadicta y amiga de todas las chicas que pasan por el convento. Así pues, las dos compartirán la droga conseguida por Yolanda. Pero, cuando aparece Merche (Cecilia Roth), ex amante de la Madre Superiora y también buscada por la policía, surgen problemas.

Por otro lado, en el convento viven cuatro monjas más: Sor Estiércol (Marisa Paredes), sadomasoquista y aficionada al LSD, Sor Perdida (Carmen Maura), obsesionada con la limpieza y dueña de un tigre que esconde en el jardín, Sor Rata de Callejón (Chus Lampreave), una escritora de novelas eroticofestivas y Sor Víbora, que se dedica a vestir a las imágenes religiosas con trajes de cabaretera.

 

La obligación de centrarse en la protagonista impuesta hace que Almodóvar no concrete ninguno de los dos asuntos que ha comenzado y se dedique a divagar sobre todos los personajes que aparecen en la trama. El problema llega cuando la protagonista debe mantener el tipo interpretativo ante Julieta Serrano, Chus Lampreave, Carmen Maura o Marisa Paredes. La estrategia del cineasta (sabia elección), es intentar amortiguar el mal otorgando un mayor protagonismo a las monjas.

Cuando Almodóvar se centra en el retrato de personajes muy particulares, Entre tinieblas se erige como una de las mejores películas de la primera etapa del cineasta. Pero cuando este retoma la historia de Yolanda la película flaquea.

Entre tinieblas no es un film anti-católico; es una gran metáfora bizarra y personalísima sobre el concepto de sacrificio y ambición. No se debe pensar que los nombres de esas Redentoras Humilladas son peyorativos de por sí, sino que representan en el fondo, como la propia Madre Superiora dice, la expresión de sacrificio y humillación en la que ellas creen. ¿Acaso no hay tipos que se flagelan hasta el desmayo?

La movida, segunda parte

La segunda película de Almodóvar, Laberinto de Pasiones (1982), cuenta con un presupuesto mayor y con un guión también más elaborado, aunque igualmente "vacío". Es una historia alocada y desenfrenada en la que la lógica de las situaciones o la verosimilitud de lo narrado queda muy lejos de cualquier correspondencia con una posible realidad, al menos en lo que al contenido de la historia principal se refiere.

 

En Laberinto de pasiones, Riza Niro (Imanol Arias), el hijo del Sha de un país llamado Tirán , vive en Madrid, "la ciudad más divertida del mundo", de incógnito y es perseguido por una red de terroristas islámicos que pretenden secuestrarlo. Riza, pese a su condición inicial de homosexual, se enamora de una chica ninfómana llamada Sexilia (Cecilia Roth), y entre ellos se establece una historia de amor que los "redimirá" de su anterior vida en la que el sexo era la perdición de ambos.

 

Lo interesante de la película no tiene nada que ver con su calidad formal o narrativa, que dejan mucho que desear (aspecto extensivo al período de iniciación del realizador hasta mediados de los ochenta). Lo que hace de esta obra un producto a tener en cuenta es su valor como documento de carácter social.

Pedro conoció en Madrid y Barcelona a todo un grupo de gente relacionado con la llamada "movida" madrileña de aquel entonces: diseñadores, artistas de cabaret, rockeros, prostitutas, realizadores de cortometrajes, drogadictos, travestis... y toda una cohorte de personas que le hicieron vivir de lleno la efervescencia cultural y estética que se estaba produciendo en la capital en aquellos años.

 

Madrid era una ciudad moderna y esta era la imagen que trataba de mostrar parte de su juventud para abrir las puertas que tanto tiempo habían estado cerradas al mundo exterior. El film se convierte, por encima del insustancial contenido narrativo y formal, en una interesante muestra de los cambios sociales que se estaban llevando a cabo en la sociedad madrileña del momento.

Es, en fin, en palabras de su director, "Una película que no aportará nada a la cultura de nadie".

En el principio fue la transgresión

Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón es la primera y arriesgada película de Almodóvar. Trata sobre tres chicas, Pepi, Luci y Bom, que viven en Madrid durante la época inicial de la movida.

 

El curioso argumento es el siguiente:

Tras ser violada por un policía, Pepi (Carmen Maura) jura venganza, convenciendo a sus amigos para pegarle una paliza. Sin embargo, ellos equivocadamente atacan al hermano gemelo del policía. Pepi vuelve a intentar vengarse, y convence a Luci (Eva Siva), la mujer masoquista del policía, para que lo abandone por una cantante punk, Bom (Alaska). Las tres exploran la escena joven de Madrid, asistiendo a fiestas, conciertos y conociendo a personajes escandalosos. Luci vuelve con su marido una vez que él la logra «satisfacer» dándole una paliza y hospitalizándola. Ahora solas, Pepi y Bom deciden vivir juntas.

El espectador de Pepi, Luci... recordará siempre dos escenas: las erecciones generales, (en la que actúa el propio director) y aquella en que por primera vez (y quizá por última) se muestra una lluvia amarilla en una película no pornográfica.

 

La película no pasó desapercibida, y recibió críticas para todos los gustos:

"Pocas películas en la historia del cine español han llegado, como esta, a tal grado de corrosión, libertad, frescura, humor e imaginación. Se piense lo que se piense de la película, nadie podría discutir que estamos ante una obra sorprendente y, hasta ahora, única". Diego Galán, El País, 1980.

"Pepi, Luci, Bom ... es, por encima de todo, un ejemplo de la estética contraria que domina una parte de la juventud y que propicia y alienta el culto al feísmo, de la obscenidad, y de la grosería, escudándose le absurdo, en la crítica social y en un pretendido naturalismo". Pedro Crespo, ABC, 1980.

Un comienzo, en cualquier caso, sorprendente, que en nada presagia la futura trayectoria del cineasta.