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Viaje a Itaca

El escritor más libre

Juan Goytisolo ya no escribe. Al menos ficción. Su última novela, Telón de boca, data del 2003. Quien la leyese percibía un olor a despedida. El escritor estaba cansado, Monique su compañera de tantos años, había muerto recientemente; sólo le quedaba esperar el fin. Ahora aparece de cuando en cuando en El País, firmando artículos de opinión, como siempre, apocalípticos.

Pero hubo un Juan Goytisolo anterior, un escritor sin miedo al poder o al stablishment literario. Un autor que siempre fue por libre, escribiendo lo que no se debía escribir y de una forma nunca antes (ni después) vista por estos lares. Ése es el Juan que pasará a la historia de la literatura.

 

Una brevísima biografía de Juan Goytisolo señalaría que nace en Barcelona la víspera de reyes de 1931; que tiene por hermanos a Luis y José Agustín, ambos dedicados a la literatura; que se instaló en París a mediados de los cincuenta y trabajó en la editorial Gallimard, donde conoció a Monique Lange, su esposa y compañera durante 40 años; que conoció el éxito en el extranjero mucho antes que en España, donde aún es recibido con reticencia; que es homosexual y que vive en Marrakech.

Pero, como toda biografía, no es más que un resumen lleno de lagunas. La mejor forma de conocer a Juan Goytisolo es leer sus libros. En ellos vuelca con furia toda su vida, sus sentimientos, opiniones ante todo. Juan Goytisolo es un hombre tímido, prefiere la soledad elegida a las multitudes y conferencias, pero ante el papel se desnuda con una dignidad y una absoluta falta de vergüenza pasmosa.

Se inició, como era norma en la época, en el realismo social. En sus novelas y relatos presentaba una España triste y gris en la que sus protagonistas eran soldados desganados, borrachos y obreros. Pero éstas son unas obras que conviene olvidar, no tienen hoy ningún valor literario. "Mi escritura adulta -dirá- empieza con el último capítulo de Señas de identidad".

Esta novela inició el camino a seguir. Nacía un nuevo Juan Goytisolo, un escritor que rompía con su pasado de enfant terrible y símbolo de la literatura de protesta, símbolo creado por la cultura francesa. Un escritor que daba la espalda a su familia: a su padre moribundo, a sus hermanos, que podían competir con él, a su hermana, que no tenía ninguna importancia en su vida. Juan Goytisolo abandona definitivamente España y se traslada a París. Allí asumirá plenamente su sexualidad y aprenderá a liberarse de muchos corsés de la literatura de la mano del iconoclasta Jean Genet.

No es lugar éste para glosar todas sus novelas y ensayos. Bastará decir que en ellas arremete contra todo y contra todos. El franquismo, el Opus Dei, la política de inmigración europea, la guerra de Yugoslavia, los propios escritores. Señas de identidad es un punto de partida que le lleva a destruir paulatinamente el lenguaje, hasta hacerlo casi ininteligible, (algo similar al trabajo de Joyce en su Ulises o en su Finnegans wake). Tras Makbara, Goytisolo se centra más en la estructura que en el lenguaje: sus textos son más sencillos de leer a primera vista, pero en conjunto poseen mayor complejidad. Vista en conjunto, su primera etapa puede definirse de "destructiva" y los años posteriores como "constructivos". En palabras del escritor, su obra es "una construcción a partir de una destrucción".

Sus últimas décadas están íntimamente relacionadas con el mundo islámico. En el barrio parisino del Sentier aprende turco de la mano de un grupo de exiliados; conocerá más tarde la tradición literaria del Islam y se convierte en su defensor. Gracias a su apoyo, la plaza Xemaa el Fna, un espacio de convivencia e intercambio de tradiciones orales en Marrakech, se convierte en Patrimonio Oral de la Humanidad.

Pero todo esto no se logra sin dejar cadáveres por el camino. La relación con s hermano Luis es casi nula, de aquellos activistas políticos que frecuentaba en los sesenta no quiere saber nada; volvió la espalda a muchos de aquellos con quienes se relacionó. Siempre fue un experto en convertir a sus amigos en enemigos y en mantener el rencor (o la envidia) que muchos le tenían.

Hoy es un hombre solitario. Continúa viviendo en Marruecos, sin Monique pero con la compañía de un par de muchachos que adoptó. Ha declarado públicamente el fin de su relación con la ficción, se dedica a releer a Cervantes, Tolstoi o Las mil y una noches. Ya no espera nada, si acaso la muerte.

Un escritor en una guerra

 

Durante el cerco de Sarajevo, Juan Goytisolo fue el único intelectual europeo que se trasladó a la ciudad. Aguantó allí varios meses, testigo de las muertes que los bombardeos de la OTAN causaban. Junto con el fotógrafo aragonés Gervasio Sánchez escribió un libro en el que reflejaba la situación. Como única forma de escapar al horror, montó junto con Susan Sontag la obra Esperando a Godot, interpretada por actores no profesionales del lugar.

La carta más difícil

 

Cuando asumió plenamente su sexualidad, Juan Goytisolo llevaba varios años viviendo con Monique. La única forma de revelar su secreto era hacerlo por escrito. Así que le envió un laga carta a Moscú, donde ella estaba de viaje con su hija, en la que explicaba toda la situación y le repetía su amor incondicional; si no quería continua con él, lo entendería. La respuesta de Monique tardó unos días en llegar, pero fue positiva. Pocos meses después contraían matrimonio.

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