Blogia
Viaje a Itaca

Fracasar en la huida

El escritor estadounidense Philip Roth presenta en La mancha humana a cuatro personajes que han dedicado gran parte de su vida a huir de lo que son. Al cabo, ninguno de ellos lo consigue.

Coleman Silk es un viejo catedrático de lenguas clásicas que en su juventud abandonó a su familia, a su clan para vivir una vida impostada. En un tiempo en que el color de la piel definía u lugar del que no se podía salir, la ambigüedad de su tonalidad (blanco para los negros, negro para los blancos) le permitió un futuro en el mundo de los WASP.

Faunia Fawles huye de sí misma. En un ser salvaje, todo lo que toca se corrompe. Escapó de su padrastro, de sus innumerables y desastrosos novios, de su violento marido, intentó olvidar la muerte de sus hijos; pero su sino es trágico y por mucho que finja no puede evitarlo.

Les Fawles lleva 25 años escapando de una selva de Vietnam. Como muchos de su generación, vio cosas que no tenía que haber visto, y cometió actos que jamás debió haber cometido. Perseguido por las pesadillas y ansioso por dejar a un lado la soledad, se refugia en el alcohol, la violencia y la autoindulgencia. Encontrará una cierta tranquilidad en la soledad más absoluta.

Nathan Zuckerman también vive en soledad. Es un escritor operado de cáncer de próstata que ha decidido imitar a Thoreau y rodearse únicamente de naturaleza y literatura. Pero el hombre es un ser social y no puede negarse a la petición de Coleman Silk.

Estas cuatro personas nunca debieron haber coincidido, pero lo hacen tras un incidente tan grave como absurdo. En una de sus clases, Silk hace un comentario respecto a dos de sus alumnos y es tildado de racista. Después, se encadena una desgracia tras otra: sus colegas le dan la espalda, se ve obligado a abandonar la universidad, su esposa fallece, inicia una rejuvenecedora pero peligrosa relación con Faunia y, por fin, ambos fallecen en un accidente de tráfico. El encargado de contar la historia es Zuckerman, a quien Silk se ha dirigido para que escriba sobre su expulsión de la universidad.

Philip Roth intenta poner en relación a sus personajes, y es ahí donde la novela se cae. La biografía de cada uno de ellos es apasionante, no es necesaria una historia, una excusa para poner en marcha el engranaje narrativo. Una fórmula alternativa sería relatar las cuatro vidas y señalar, como quien no quiere la cosa, los sucesos que aquí se narran. Una suerte, mutatis mutandis, de Vidas cruzadas.

La mancha humana cierra la trilogía La América perdida, y es una lástima; lo que podía haber sido un broche de oro se queda en una novela correcta a la que le sobran páginas y le falta solidez.

0 comentarios