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Viaje a Itaca

Independencia y madurez

"El Deseo es un tranvía que no lleva a ninguna parte, pero lo que importa es moverse". Pedro Almodóvar

La ley del deseo fue el primer film de Almodóvar producido por la compañía que él y su hermano Agustín habían constituido, llamada para la ocasión El Deseo, S.A., hecho que le permitió una libertad absoluta que iba a verse recompensada por el éxito y calidad de este film, así como de los sucesivos. La película fue también su obra más arriesgada, dado que en aquellos años el gran público era aún reacio a aceptar una historia pasional homosexual con la misma empatía con la que recibía las historias de amor heterosexuales. La ley del deseo obtuvo afortunadamente el reconocimiento merecido, y la crítica empezó a fijarse en Almodóvar como en un valor a ser tenido muy en cuenta, aunque es cierto que sus películas han sido y siguen siendo mejor recibidas por la crítica extranjera que por la nuestra.

 

Pablo (Eusebio Poncela) y Tina (Carmen Maura) son hermanos marcados para siempre: Tina, hace 20 años, era Tino, y se acostaba con el padre de ambos. Pablo malvive enamorado de Juan (Miguel Molina) cuando conoce a Antonio (Antonio Banderas), lo que complicará el trío.

Pero mejor que un escueto resumen, es leer las palabras de su director sobre los personajes de la película.

Pablo Quintero (Eusebio Poncela): Desde niño Pablo ha soñado ser objeto de un deseo absoluto que corresponda a su vez con su propio deseo. Sabe que no es posible, y saberlo no le paraliza. Nada le basta, pero como es un artista combate su insatisfacción convirtiéndola en el principal tema de su creación. Aliado con las teclas de su Olympia desarrolla todo lo que de insuficiente tiene su vida. Su imaginación es más fuerte que sus sentimientos; el trabajo le provoca emociones más intensas que el hecho de vivir, aunque su trabajo este basado en su vida. Con una mezcla de sentido común y saludable cobardía desarrolla en la máquina de escribir, sin frenos ni limitaciones, todo lo que no desarrolla en su vida. No sospecha que semejante actividad le expondrá a los mismos peligros, porque la autentica pasión es siempre irreversible.

Antonio Benítez (Antonio Banderas): Es un personaje de una sola pieza. La pasión impregna cada uno de sus actos. Es capaz de todo, incluso de matar, con tal de cruzar un beso o una palabra con el objeto de su pasión. Es un fanático y, alguien cuya única moral es la expresión vital de esa pasión, no puede ser juzgado de un modo racional. Paradójicamente, su educación es tradicional, incluso reaccionaria; pero la educación es como una prenda, desaparece cuando uno se la quita. Posee una fuerza imparable. El deseo, como la fe para los cristianos, puede mover montañas. Antonio sabe que le sociedad le va a hacer pagar un precio desmesurado, y no le importa.

Pablo y Antonio son muy distintos pero se parecen sin saberlo en algo esencial: la ausencia de miedo. Ambos se arriesgan hasta el final, la diferencia es que Pablo permanece atado a la máquina de escribir, mientras que Antonio sólo dispone de su propio cuerpo. Ambos deben pagar el mismo precio.

Tina Quintero (Carmen Maura): Es la hermana de Pablo, una mujer que de adolescente era chico y se cambió de sexo. Lo más femenino de Tina es su paranoia. Después de irse a vivir con su padre, cambiarse de sexo por él y ser abandonada, no es raro que Tina se sienta desgraciada, lo malo es que lejos de mitigar su dolor ella se dedica alimentarlo día tras día; porque hay personas para las que el dolor supone su alimento más preciado, aunque les impida saborear otros sentimientos. Cuando el horror nos domina cada cual se inventa sus propias armas defensivas: Tina venera los recuerdos, porque antes de convertirse en heridas fueron motivos de gozo. La insistencia complaciente en los recuerdos más dolorosos es el castigo que Tina se ha impuesto para paliar un pecado del que nunca se arrepentirá.

 

Quizás lo que haga de La ley del deseo una de las mejores obras de Almodóvar es que, además de ser su guión uno de los más sólidos escritos por el director, se deja traslucir en su visionado una de las obras más personales del director, el cual hace presencia de manera explícita o implícita en muchas de las situaciones mostradas. Para Almodóvar hacer cine es partir de la realidad, propia o ajena, y manipularla a través de la ficción para construir una realidad diferente. Ficción y realidad son dos elementos que se necesitan mutuamente, no sólo para la elaboración de guiones, sino también para el desarrollo de la vida misma.

La historia de La ley del deseo se basa en este juego entre realidad y ficción. Su expresión directa se encuentra en el personaje principal de la historia, Pablo Montero, interpretado por un Eusebio Poncela magnífico, quien hace el papel de un director de cine y de teatro que goza de una situación profesional exitosa, pero que, por el contrario, vive una situación personal desgraciada. Pablo sufre un amor no correspondido, el que siente por Juan (Miguel Molina), un joven que se ve incapaz de amarle como quisiera. Tina, la hermana de Pablo, (Carmen Maura, de nuevo excelente) no es más feliz que su hermano, puesto que su condición de transexual, y el abandono del que fue su gran amor, su propio padre, la han imposibilitado para las relaciones con otros hombres. Cierra el cuarteto de personajes principales el joven Antonio (Antonio Banderas), un chico enamorado obsesivamente de Pablo, que está dispuesto a hacer lo que sea para retenerlo junto él, aunque para ello tenga que cometer asesinato. La ficción le sirve a Pablo como vía de escape a sus sentimientos frustrados.

Almodóvar bordó con este film la que es probablemente su mejor creación. No sólo la solidez del guión, la excelente interpretación de los personajes y una puesta en escena impecable avalan esta afirmación. La ley del deseo fue la primera obra realmente madura y reflexiva del realizador. Muchos momentos de este film quedarán para la historia como algunos de los más memorables de nuestro cine, como la escena en la que Tina disfruta sensualmente al ser regada por un operario de limpieza en plena calle, o la secuencia inicial del film, en la que Pablo dirige en off la masturbación de un joven, uno de los momentos más logrados de la cinta.

Las críticas, en general, fueron favorables:

"Almodóvar no rehuye las imágenes chocantes y trabaja en una franja donde la claridad expositiva sustituye a la elipsis. No rehuye las escenas comprometidas y en borde de lo aceptable, pero también es cierto que el tono fundamental -mas allá de la provocación y de los escándalos fáciles, a los que es tan proclive- es la ternura y el amor". A. L., Ya, 1986.

"Maravillosamente sórdida. Almodóvar es el más alegre, el más entretenido de los hedonistas de hoy en día". Enrique Fernández, The Village Voice, 1987.

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