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Viaje a Itaca

Amor fou

Tras el éxito de La flor de mi secreto, Almodóvar estaba obligado a mantener alto el listón. El director no falla y se supera en su siguiente película, en la que se adentra en una temática más dura, sin ninguna concesión a sus antiguas tramas o personajes. Almodóvar se vuelve serio, quizá para siempre.

 

Una noche fatal Víctor (Liberto Rabal), un chico sin fortuna, acude a buscar a Elena (Francesca Neri) a su piso después de haberla conocido en un encuentro sexual fortuito. Allí coincide con dos policías armados: Sancho (José Sancho), un alcohólico violento que sospecha que su mujer (Ángela Molina) le es infiel, y David (Javier Bardem), que prefiere seguir las reglas. Se produce un malentendido, suenan un par de disparos y David cae al suelo, quedando inválido para siempre.

Años después Víctor sale de prisión, mientras que el policía herido es un parapléjico que triunfa en los Juegos Paraolímpicos de Barcelona 92 y que se ha casado con Elena. A la salida de la cárcel, Víctor se encuentra con Elena y David en un funeral. Todavía obsesionado con Elena, insiste en acercarse a ella, desencadenando un enredo pasional en el que se mezclan el amor, los celos y la violencia.

 

Carne trémula podría haber sido uno de los films menos almodovarianos del director. El guión está inspirado en una novela de Ruth Rendell, adaptación única de Almodóvar en toda su filmografía, caracterizada evidentemente por el uso indiscriminado de vivencias e intereses propios que el realizador aboca en sus guiones. Almodóvar extrae de la novela de la escritora británica el jugo y, sobre todo, una estructura sólida en la que mantener en pie su alambicada historia. Almodóvar masticó la novela hasta digerirla y hacerla suya. En las manos de Almodóvar, el libro se convierte en una mera inspiración para el director. Los personajes episódicos están, en Carne trémula, mucho más amarrados, ciñéndose a aquello que se nos cuenta. El guión se convierte así en uno de los más sólidos de su filmografía.

También por primera vez en su obra, Pedro Almodóvar incorpora a la historia alguna referencia sociopolítica. Carne trémula comienza con el nacimiento de Víctor en un autobús durante un estado de excepción en la España franquista de los años setenta, mostrando la represión de la época al contrastar esta escena con la que cierra el film veinte años después. Policías corruptos, violencia de género, contraste económico... añaden hondura al entramado social del film.

Resulta difícil buscar peros a la película. Todos los elementos del film brillan a gran altura: su guión, sus diálogos, las situaciones que viven los personajes, las imágenes, los movimientos de cámara, la fluidez narrativa, su estructura, la bellísima música de Alberto Iglesias, la labor excelente de los actores... todo el conjunto forma un relato cinematográfico fascinante. Las manos ensangrentadas y entrelazadas de José Sancho y Ángela Molina; la brillante escena en la que Francesca Neri y Javier Bardem se miran por primera vez, subrayada por un hermosísimo movimiento de cámara circular; son muestras claras del talento visual del director, atrás quedaban aquellos films de la movida madrileña de puesta en escena desaliñada.

Carne trémula es una película hermosa y enormemente rica que nos habla de falsas redenciones y de un romanticismo y una pasión amorosa muy cercanos al amour fou. Víctor ama apasionadamente a Elena; Sancho es arrastrado por el amor y los celos en la relación con su esposa Clara; David lleva una cruz en forma de silla de ruedas en su pasión por Elena; y las dos mujeres, Elena y Clara, son el silencioso motor de los entresijos de la trama, objetos del deseo y diosas del amor.

 

Como siempre, es bueno conocer a los personajes por boca de Almodóvar:

Elena es hija única de un diplomático italiano viudo, una de esas "pobres niñas ricas", de infancia nómada y consentida. Al final de los 80, Elena tonteaba con el abismo, el caos y las drogas duras. Una de esas interminables noches madrileñas, en el lavabo de un afterhour tuvo un encontronazo erótico con el adolescente Víctor. Cuando éste la llama por teléfono, una semana después, ella ni siquiera le recuerda. No le da opción a enrollarse porque la chica está esperando a un dealer. Víctor se queda frente a la puerta de la casa de Elena, frustrado, humillado, solo y rebotado.

David y Sancho son dos policías vestidos de paisano que patrullan el centro de la ciudad. El primero es un joven todavía por hacer (de haber tenido la oportunidad se habría convertido en un buen policía), el segundo le dobla en edad y en desesperación. Es un personaje típico de film-noir. Sancho bebe como un cosaco, desprecia y sospecha de todo bicho viviente. Según le confiesa a David, su mujer, Clara, se "entiende" con alguien. Es obcecado, ciego, intoxicado, esclavo de la pasión como esos hombres mayores y gordos capaces de matar como único modo de liberación. Sancho, armado, supone un peligro en sí mismo, una auténtica arma letal. David, su compañero, lo sabe e intenta llevarle la corriente mientras pasean su tensión por las calles animadas y pacíficas de un Madrid noctámbulo.

Clara es una hermosa mujer que merodea la cuarentena rodeada de plantas, flores y temores. En su juventud fue bailaora de flamenco. Del flamenco conserva esa mirada ancestral de mujer trágica y eterna. Imprevista y pasional. Maternal y fatal. En su momento debió amar intensamente a Sancho, pero de eso hace tiempo. Cuando él la llama desde el coche-patrulla (la aciaga noche del 90), Clara le responde con monosílabos. Tiene un ojo morado; antes de salir Sancho la golpeó. Ya en el 90 la relación con su marido atravesaba por un grave proceso de deterioro. Cuando Víctor sale de la cárcel, el proceso es el mismo, pero seis años más deteriorado. La fragilidad de Clara la hace inmune al dolor, se ha convertido en un ser sin voluntad, una sombra de sí misma que recupera su cuerpo cuando encuentra a Víctor en el cementerio, dos días después de salir de la cárcel

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Las críticas, de nuevo, fueron muy positivas:

"Sería estimulante que en los títulos de crédito de Carne trémula no apareciera el nombre de su creador (...). Si ocurriera ese imposible milagro, estoy convencido de que la inmensa mayoría de los espectadores reconocerían su fuerza, su belleza, su complejidad, su dureza, su veracidad, su sabiduría sobre las tortuosas o diáfanas relaciones humanas, sobre el sexo, el amor, el desamor, la pasión, la amistad, los celos, la vida y la muerte. Nos está hablando un fulano maduro y admirable que ya no necesita disfraces prestigiosos ni frivolidad gratuita, un auténtico narrador, un artista que ha fortificado su lenguaje depurándolo de superficialidad vendible. Carne trémula tiene factura de gran cine." Carlos Boyero, El Mundo, 1997.

"Es una película que roza lo insuperable, que hace coincidir lo que finalmente nos da con lo que a lo largo de su apasionante desarrollo nos promete, que es muchísimo. A esto se le llama en cine rozar la perfección y embarcarnos (con ese mágico roce) en una aventura visual de las más elegantes y mejor construidas que este cronista (que ve medio millar de películas al año) ha visto en décadas." Ángel Fernández Santos, El País, 1997.

"En Almodóvar la obra se va haciendo, va devorándose sus propias afirmaciones artísticas; en su filmografía no hay más continuidad que la de las rupturas. O lo que es igual: Almodóvar aligera el equipaje para así poder llevar más peso (...) Su más reciente creación parece venir a decirnos que hoy la modernidad consiste en el retorno a lo clásico. Así, entonces, asistimos a una transformación que puede ser progresiva, pero seguramente será definitiva." Rolling Stone, 1998.

2 comentarios

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Las causas de la “violencia de género”
Hemos perdido ya la sensibilidad al oír o leer noticias como ésta:
“Una mujer de 20 años ha muerto a causa de las heridas que le produjo ayer por la tarde su ex novio con un cuchillo mientras ella paseaba por el paseo marítimo de Gandía (Valencia). La joven fue hospitalizada con puñaladas en el cuello, tórax y nalgas y ha fallecido de madrugada. El presunto agresor, que ha sido detenido, tenía una orden de alejamiento tras ser denunciado por la mujer por malos tratos.”
Pero ¿cuáles son las causas reales de estos crímenes?
La igualdad ante la ley de hombres y mujeres, en caso de proceso de separación (y cuándo hay hijos peor) es ya inexistente. El hombre se encuentra en la calle y pierde la posibilidad de ver frecuentemente a sus hijos (son raros los casos, lamentablemente, de separaciones civilizadas).
Un hombre en esta situación o ante esta perspectiva, pierde fácilmente el raciocinio y comete estas barbaridades.
La familia y la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres son pilares a trabajar en profundidad para evitar una de las causas de estos crímenes.
Carlos Menéndez
http://www.creditomagazine.es

Tiresias -

¡Niño! ¡Deja eso en el suelo! Almodóvar caca...