Blogia
Viaje a Itaca

El espectáculo debe continuar

Sesión plenaria de las Cortes de Aragón. Se somete a votación el punto segundo. ¿Cuál? Nadie lo sabe, hemos llegado tarde. La pantalla se llena de lucecitas verdes y rojas; alguna queda a oscuras. El presidente canta los resultados. Ningún diputado protesta o aplaude; todos están conformes. No hay sorpresas.

Después llegan las explicaciones: cada grupo defiende su voto, y alaba o critica la actividad del Gobierno.

Pero nadie escucha. Asombrados y murmurantes, entendemos ahora la utilidad de la sala de prensa. Nosotros, futuros periodistas (en prácticas), apenas oímos. Al poco hay quien decide no atender a las palabras de los políticos y registrar en cambio cada de uno de sus gestos.

Los mandatarios pasean, charlan, ríen, hablan por teléfono, envían mensajes de móvil. Un diputado termina de leer el Heraldo de Aragón y se dedica a estudiar sus uñas. Están limpias, concluye, y vuelve a abrir el periódico. A lo largo de la tarde, volverá a examinar sus manos, preocupado quizá por una cita importante.

Tampoco el grupo escucha a su portavoz. ¿Para qué?: saben lo que van a oír. Sólo cuando el ponente ironiza ("Se vive bien en Cuarte, ¿verdad?") o insulta al contrario ("Torpe") se oye alguna risa. Los ingenuos futuros periodistas (en prácticas), intentamos no sumarnos a la fiesta.

Periódicamente, dos parlamentarios se hablan al oído. Recuerda a aquel anuncio en que dos hombres serios y trajeados se pasaban recetas de cocina como si fueran secretos de Estado. Tres mujeres hablan y gesticulan animadas: dos de ellas están sentadas en sus escaños; la otra conversa de pie, apoyada en la bancada, como si de la barra de un bar se tratase. Una pareja se dedica a mirar al público, quizá lo más novedoso del día. Se oye una fuerte risa: ¿cuál será el chiste?

Como una profesora de instituto, la Presidenta manda callar, a veces. "Silencio, silencio", repite con voz cansada. Pero los alumnos están acostumbrados a su tono y no detienen su actividad sino a los pocos minutos, no tanto por obediencia como por hastío. Hay calma, y nadie atiende: muchos leen o escriben discursos que (lo saben, lo más terrible es que lo saben) después nadie escuchará.

Pero hay que ser sinceros, algún alumno sí atiende a sus compañeros: el portavoz del PSOE anuncia: "Voy a hacer una pregunta", y una voz femenina comenta con ironía: "A ver...". El ponente baja del estrado, se acerca a su sillón y choca los cinco con su compañero. Misión cumplida; a descansar.

Nueva votación. Tiempo de silencio. Los desengañados futuros periodistas (en prácticas), recogemos nuestros bártulos bajo la mirada curiosa de la pareja de antes. A nuestras espaldas, se reanuda el guirigay.

3 comentarios

Aprendiendo a leer -

¿Y de lo visto te extrañaste? Si solo hay que pensar en los debates del estado de la nación (el más importante despues del de presupuestos) para verlo. Esas bancas vacias (no dices si con vosotros estaban llenas) o simplemente el pujalte de turno hablando más alto que el que está en la tribuna simplemente por fastidiar. No te decepcione la clase politica que ya sabemos lo que son, ve a por ellos que son pocos y miserables (la inmensa mayoria).
Por último, felicitarte por el blog y bueno el politico del heraldo

El capitán criterio -

Se te ha olvidado nombrar a mi diputada favorita: la que estaba por la sala buscando cobertura para su móvil. Impagable. Para todo lo demás, Mastercard.

Tiresias -

Me parece curioso que hayas tenido que asistir en persona a tamaño espectaculo para que te convirtieras, como dices, en desengañado futuro periodista (en prácticas). Si tenías la esperanza de encontrar otra cosa allí sólo se me ocurre llamarte idealista (aunque él cuerpo me pediría otro calificativo). No obstante, y como te conozco, pensaré que es una licencia literaria y que en el fondo, como esos políticos que no escuchan porque ya saben lo que van a oir, tú describes lo que de ante mano sabías que ibas a encontrar.