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Viaje a Itaca

El coreano aprende

En el año 2000, Kim Ki-duk revolvió el estómago de más de uno con su película La isla, primer filme que se comercializaba en Europa. En ella, una mujer pescaba, (literalmente), a un hombre que intentaba suicidarse; después, ella misma se introducía un anzuelo en la vagina y tiraba del hilo.

Hoy, Kim Ki-duk ha comprendido quién es su público, qué quiere y qué no quiere ver en pantalla. La única secuencia de Time que podría caracterizarse como "fuerte" es la que muestra una cirugía facial con todo detalle, (bisturí, sangre, nariz, dientes); pero esto es algo a lo que todo asiduo de House o C.S.I. está más que acostumbrado.



El argumento de Time es asimismo más "normal" (quizá debiera decirse "occidental") que el de películas anteriores. Este año, el coreano relata una historia de amor: la chica cree que su novio mira a otras porque se ha cansado de su cuerpo; para recuperar su amor, le abandona sin decir palabra y se somete a una cirugía para cambiar su rostro; una vez consumada la transformación intentará conquistarle de nuevo haciéndose pasar por otra.

A partir de este momento, la cinta gira alrededor de los problemas de identidad, los celos y la locura. Porque Kim Ki-duk no abandona su señas de identidad: la violencia sigue presente, en esta ocasión de un modo sutil, más centrada en los gestos y la voz que en las armas y la sangre; los diálogos medidos, la belleza del paisaje (un parque poblado de esculturas con formas humanas) y los silencios son tan importantes como siempre. El coreano sigue siendo el coreano.

Pese a todo lo bueno que tiene, y es mucho, la película deja un cierto sabor a decepción. En su intento de acercarse a la mirada y técnicas europeas, utiliza recursos demasiado manidos en nuestra cultura: las películas espejo (aquellas en las que el final sugiere un principio idéntico al ya visto) ya no sorprenden, sólo producen cansancio.

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