Dura lex
Iñaki De Juana Chaos es un asesino. Merece pasar el resto de su vida en prisión; si es preciso, atado a una cama y alimentado a través de una sonda nasogástrica. Su condena por los veinticinco asesinatos que cometió en nombre de ETA queda escasa para una sociedad marcada por tres décadas de terrorismo. Pero una cosa es matar inocentes y otra distinta amenazar en un periódico.
Ayer, el Supremo rebajó de 12 a 3 años la pena impuesta por la Audiencia Nacional. Se da además la circunstancia de que el terrorista ya ha cumplido dos tercios de esta condena, por lo que es posible que sea excarcelado. La decisión depende de la Fiscalía del Estado. Numerosas voces se han opuesto a esta rebaja, pues muchos consideran incomprensible que un asesino pueda salir a la calle en breve. Pero los 3 años de cárcel, hay que recordarlo, los cumple no en razón a sus crímenes, sino por las amenazas vertidas en el diario "Gara".
De Juana Chaos fue condenado en 1987 a 30 años de cárcel, el máximo que dicta la ley. Ésta sí que es una condena leve, más aún teniendo en cuenta que, por redenciones, sólo ha cumplido 18.
Pero no hay que confundir las cosas: si 18 años son ridículos tras tanta sangre vertida, 3 años son excesivos para un delito de palabra.
La solución no es compensar una sentencia con otra. Lo que se debería hacer es revisar el Código Penal y aumentar el cumplimiento de las penas. Así, condenas de 3.000 años serían innecesarias.
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Tiresias -