La oveja negra
En la carrera de todo cineasta siempre hay una o dos películas que se erigirían en tachones, las ovejas negras de la familia, obras horrendas las cuales uno no se explica el porqué de su existencia. Almodóvar también las tiene, y en su caso, su oveja negra se llama Kika.
Kika (Verónica Forqué) es una maquilladora de carácter ingenuo que un día recibe un encargo muy especial: ha de maquillar a un muerto, un atractivo fotógrafo llamado Ramón (Álex Casanovas). Sin embargo, éste en realidad no está muerto y sólo sufre un ataque, por lo cual el trabajo de la maquilladora motiva que reaccione y se enamore de ella. El padrastro de Ramón, un hombre turbio y seductor (Peter Coyote), a ojos del fotógrafo es el responsable de la muerte de la madre de éste, y vive junto a ellos. El hermano de la asistenta de Kika no tardará en violar a ésta y, en consecuencia, convertirla en protagonista de un "reality show" televisivo, a cargo de una mujer cruel y resentida, Cara Cortada (Victoria Abril).
La película sorprende desde su primer visionado. Si bien es cierto que el Almodóvar de 1993 no es el mismo que ahora, también es verdad que por aquella época ya estaba más que consolidado. Kika supone un retroceso absoluto en sus intenciones y evolución. De hecho se trata de una gran incógnita el motivo de tamaña involución en un periodo en el cual su cine estaba en su máximo desarrollo.
Fallida en todos y cada uno de sus aspectos, Kika es un retorno al Almodóvar más excesivo, más gratuito y más exhibicionista, totalmente alejado del cineasta cada vez más consolidado y consciente de sus capacidades. Desmesurada en todos sus elementos, la película por encima de ello llega a resultar aburrida y tediosa creándose una distancia enorme entre el espectador y la pantalla.
El guión es un absurdo poblado de situaciones totalmente risibles y cuyo contenido dramático es nulo; y al terminar de ver la película te asalta la pregunta de qué demonios te estaban hablando o qué querían contarte.
En esta ocasión las críticas fueron muy duras.
"Salvo Andrea, que es viva y chispeante, los personajes son meros moldes. Los actores parecen abandonados o aprisionados y el público es dejado de su mano a ver el sombrío espectáculo de un cineasta genial derrapando." Rolling Stone, 1994
"Si Kika da su nombre a la película, es porque ella es la única con la libertad emocional para sobrevivir a todo lo que la película le arroja. En Kika, la "forma" demuestra maestría, pero el flujo de inspiración se diluye por momentos." Daily News, 1994
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