Putin go home
Rusia sigue siendo Rusia. Los medios de comunicación no cumplen su misión de informar; en muchas ocasiones ocultan. El Estado vigila atento todo lo que se publica. Quien se pasa de la raya, sufre su castigo. En lo económico, el Kremlin debe dar el visto bueno a las ambiciones empresariales. Quien no gusta, va a Siberia.
Los derechos humanos son una quimera. Rusia no es, ni de lejos, un Estado de derecho. Chechenia es asesinada a espaldas de Occidente, mientras Putin defiende a Irán.
Hoy, el antiguo ajedrecista Gary Kaspárov ha sido detenido en una manifestación contra el gobierno de Vladimir Putin. Tras su retirada del ajedrez, Kaspárov ha dedicado todo su tiempo a enviar a Putin a su casa.
Sin embargo, quizá la única forma de hacerlo sea mediante un golpe de Estado, como algunos proponen. Al cabo, a los dictadores les gusta demasiado el poder.
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