Y a la tercera película falló
Babel es una buena película. En la cartelera actual, tan sólo Time y, con toda probabilidad, Banderas de nuestros padres, le pueden hacer la competencia. Es un largometraje más que digno, con escenas emotivas, hipnotizante música (Gustavo Santaolalla no defrauda) y altas intenciones (que se quedan en el camino). Sería una muy buena película si no conociéramos a su director.
Babel estaba destinada a ser la película del año. En Cannes recibió el premio al mejor director y de no haber competido Pedro Almodóvar quizá se hubiera llevado también el de mejor guión. En los Globos de Oro cuenta asimismo con varias candidaturas.
El tercer trabajo del mexicano Alejandro González Iñárritu era esperado por muchos como la culminación de su trilogía. Su opera prima Amores perros sorprendió al público por su estructura, vibrantes diálogos y memorables escenas (el viejo mendigo que se corta la barba y el pelo y se transforma en el hombre de negocios que un día fue), y puso en primer plano a Gael García Bernal, hoy actor en vertiginoso ascenso.
Para su segundo trabajo, 21 gramos, González Iñárritu contó con la participación de "monstruos" de la pantalla como Sean Penn o Benicio del Toro. Aquí ralentizó el ritmo, concedió una mayor protagonismo a la música y la fotografía, bellísimas, y filmó una película que dejó clavado a más de uno en la butaca.
Babel, muy publicitada, parece ser una mezcla de ambas; pero quizá eligió los elementos más débiles de cada una de ellas.
En Babel se entrelazan (o intentan hacerlo) cuatro historias que suceden en tres puntos distintos del planeta: Marruecos, Japón y la frontera entre Estados Unidos y México. El nexo de unión es una bala que hiere a una mujer estadounidense (Cate Blanchett) en viaje turístico por Marruecos, mientras una mexicana (Adriana Barraza) cuida de sus dos hijos; el disparo lo ha realizado un muchacho de una aldea perdida de la mano de Alá, y el rifle usado provenía de Japón.
Este atractivo argumento intenta llevar al extremo aquello que el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York; pero se queda sólo en eso.
El problema central de Babel es que ninguna de sus historias tiene fuerza por sí misma; se necesitan las unas a las otras para tener entidad. Y no debería ser así. La narración más sólida es la que acontece en la aldea marroquí, pero tampoco deja la huella suficiente.
En cuanto a los actores, el mejor trabajo lo realizan sin duda los muchachos que disparan el rifle, unos jóvenes que pasaban por la zona del rodaje cuando alguien se fijó en ellos y terminaron participando en una película de alto presupuesto. La esperada actuación de Brad Pitt se queda en poco: es cierto que ya no es el niño bueno que seducía a las mujeres, pero su dolor no es del todo creíble y su rostro necesita demasiado maquillaje para mostrarlo. En cuanto al elenco japonés y mexicano, hay poco que destacar: son correctos.
Un detalle añadido es que la película, al menos en los Cines Renoir de Zaragoza, está doblada al castellano. Un disparate, teniendo en cuenta el esfuerzo que debió suponer rodar en cuatro lenguas diferentes, (y recordando que la película lleva por título "Babel", en referencia a la torre que, según la Biblia, los humanos quisieron construir antes de que Dios confundiera "su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros"). Irrita escuchar a la mayor parte de los actores con acento español y a los mexicanos con deje mexicano, (hablen en español o en inglés, aunque la diferencia haya que buscarla en el movimiento de los labios).
Una lástima.
1 comentario
Franz Ferdinand -
Pos si acaso la veré y ya te comentaré mi opinión.
Lo de los doblajes suele ser un problema endémico en el cine actual,pero deberemos acostumbrarnos a no ser que dominemos la lengua en que esté rodada la cinta en cuestión. Y, ojo, que hay veces que es mejor que esté doblado, recuerda a Aragorn Alatriste.
Le daré una oportunidad a Babel, aunque sólo sea porque me enamoré como un perro en su día.
See you soon